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Editorial: Quedar al borde del abismo

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El intento del magnicidio contra la vicepresidente Cristina Fernandez de Kirchner, ocurrido el jueves por la noche, reavivó un debate del cual muchos ya venian fogoneando pero pocos se sentaban seriamente a tratar.

La politica, en tiempos de democracia, ha tensado la cuerda hasta un punto de que un sujeto, que la justicia deberá esclarecer los motivos, decidió apuntar al rostro de la Vicepresidente y desde ese instante iniciar una etapa de fuerte debate, no sin enfrentamientos ideológicos, todo lo contrario.

El debate, que ahora se plantea, es  de quienes llevaron a este sujeto a apuntar ese revolver a la cara de la figura política más importante de un sector politico en la argentina. En eso de buscar a los mentores «ideológicos» es que se tendrán las posturas más distantes entre los sectores que hoy se paran en veredas distintas. Desde el oficialismo ya insinuan al periodismo, o politicos opositores como quienes a partir de sus posturas originaron esa acción que no llegó a consumarse. Pero, no todo debe quedar ahi, debe haber mea culpa por parte de los gobernantes, porque si no lo hay, quedaremos en esta voluntad constante de buscar siempre la culpa en los «otros».

La violencia nunca será el camino, todos los sabemos, a los violentos debe castigarlos con todo su rigor la Justicia, la misma justicia que hoy está atrapada en los intereses de los sectores de la politica, lejos de cumplir el rol que debe cumplir. La Justicia no es de un lado ni del otro. Porque si queremos que todo culpable, del cual se demuestre su culpabilidad una vez terminado el debido proceso, sea condenado, debemos dejar que los actores judiciales trabajen en libertad e independencia. No podemos ante un fallo en contra de nuestros intereses, salir a cuestionarla de manera constante. Eso le hace mucho daño a la democracia. La gente se desconcierta, y la desconfianza gana la calle y alimenta los rencores.

El repudio a la ocurrido contra la vicepresidente no se discute, todos, quienes nos consideramos defensores de la democracia debemos repudiar cualquier hecho de violencia. Pero, todos los hechos deben ser repudiados. La politica y los politicos deben encargarse de eso. En un pais devastado, con un 50% de su población por debajo de la línea de la pobreza, una discusión interminable y jamás solucionada por la inseguridad, con niños que no comen, y la incertidumbre economica que pone a emprendedores y pymes al borde del abismo, es dificil que no se generen actos violentos contra todos, no solo con las autoridades politicas, sino contra todos quienes habitamos esta nación.

En toda nación hay siempre posturas diferentes, los hay en cualquier pais del mundo. No se puede querer pretender poner a todos en un solo lugar de pensamiento. Nadie puede comprarse ese verso. «Si vos no opinas como yo, sos mi enemigo» , no es asi como debe entenderse la democracia. Y a esto es lo que hemos llegado. Nos peleamos entre amigos, o entre familias, porque no pensamos igual en la política. No vemos al que piensa distinto como un contendiente politico, lo vemos como el «enemigo al que hay que destruir».

Las ideas quedan detras, y se impone la violencia. La verbal, la fisica, bajo la mentira de la concepción ideologica. La sociedad ya ha identificado de que lado pararse, y es imposible que con actos violentos querramos ponerlos en nuestra «vereda». Para convertir a los que ya se pararon en un sector, y cambiarles su mirada, se necesitan de ideas innovadoras, frescas, sin la parafernalia de las derechas o izquierdas, unitarios o federales, pagados o no pagados para hablar bien o hablar mal. Hay politicos que con esas excusas siguen sin atender las verdaderas necesidades de la sociedad, una sociedad harta de tanta chachara y pocas soluciones.

En democracia cada uno se para en la vereda que considera la conveniente, desde cuando uno es el enemigo por pensar distinto. Desde cuando se condena al que no piensa como yo. Para dirimir que quiere la gente están las urnas, están las elecciones, donde el que pierde estará siempre en contra del resultado, pero es democracia, y asi debe entenderse. No se puede exterminar al que piensa distinto, se debe convencerlo de que se puede ser «distinto» sin miedos o desconfianza. Pero para eso necesitamos cuadros políticos bañados de realidad, de actualidad, de tomar las riendas y fijar politicas de estado que nos contemplen a todos, y no solo a quienes votaron por esa idea.

Lo ocurrido el jueves debe ser el punto de inflexión, debe ser el punto de partida para darnos cuenta que estamos cerca del abismo, que seguir fomentando desde las dos corrientes la «busqueda» del enemigo ideológico, solo logrará empujarnos a ese abismo que estuvimos muy cerca de ver.

MARTIN FARIAS