En 2017, la suba de los precios fue del 24,8%, en 2018 del 47,6%, en 2019 del 53,8% – todos años con incrementos ascendentes consecutivos, mientras en 2020 podría concluir entre un 37/40%. Pero esta menor inflación respecto de 2019 no marca una desaceleración porque los aumentos de precios tendrían ese nivel anual con tarifas de gas, luz, transporte público, teléfono, internet, educación y prepagas congelados y con precios máximos y en alimentos, artículos de limpieza y otros rubros. Y además, con una demanda contraída por la menor actividad y hasta la paralización de muchas actividades por la pandemia y la cuarentena.
La inflación del 3,8% de octubre marca una inflexión: es el mayor porcentaje mensual desde que asumió el presidente Alberto Fernández agravado porque la suba de los precios pegó fuerte en alimentos (4,8%) – rubro que más incide en la canasta básica de indigencia y de pobreza — y vestimenta y calzado (+6,2%). Y los precios acumulan en 10 meses incrementos del 32,5% (alimentos) y 48,9% (vestimenta) frente a una inflación promedio del 26,9%.
Los motivos de la aceleración inflacionaria
En parte eso pasó porque se flexibilizaron las restricciones vinculadas al coronavirus, lo que lleva a que muchas actividades paralizadas, y por lo tanto, sin precios, buscaran actualizarse, lo que implica poner al día suba de precios que no pudieron efectivizarse en los meses previos. Un ejemplo es la disparada de los alquileres que superan a los de la propia inflación promedio.
A eso se agrega que el Gobierno comenzó a descongelar precios y tarifas, a autorizar aumentos en los precios de los combustibles y en las cuotas de las prepagas (10% en diciembre), suspendió los precios máximos de un conjunto de alimentos y artículos de limpieza y tocador, y el ritmo de la suba del dólar oficial como los altibajos de los dólares “alternativos” recrean las expectativas de mayor incremento de los precios.
La clave es cómo se descongelarán las tarifas de gas, luz, teléfono, internet, transporte público por el retraso que acumulan y la incidencia en la canasta de consumo de las familias. El Gobierno adelantó que el descongelamiento comenzará a fin de año o a comienzos del próximo.
Por su parte, el Banco Central aumentó del 33 al 37% la tasa de interés para los depósitos a plazos fijos con su traslado al costo financiero de los préstamos de fuerte gravitación en los costos de los productos y servicios.
Con todo, la clave es cómo se descongelarán las tarifas de gas, luz, teléfono, internet, transporte público por el retraso que acumulan y la incidencia en la canasta de consumo de las familias. El Gobierno adelantó que el descongelamiento comenzará a fin de año o a comienzos del próximo.
También dependerá del acuerdo que el Gobierno alcance con el FMI que implica cambios o ajustes en la política económica, monetaria y fiscal, de fuerte incidencia sobre precios, tarifas, salarios y jubilaciones.
En septiembre, en el mensaje que acompaña al Presupuesto 2021, el Gobierno estimó una inflación de 32% para 2020 y del 29% para 2021. El primer pronóstico tiene un desvío de al menos de más de 5 puntos y el del año próximo luce más que bajo si la economía se normaliza y se flexibilizan y descongelan tarifas y precios