Luego de diversos episodios políticos que acentuaron aún más las expectativas sobre su gestión, este miércoles el rafaelino Omar Perotti a los 60 años recién cumplidos protagonizará el décimo traspaso de mando en 36 años de democracia. Y el regreso del peronismo al poder tras doce años de gobierno del FPCyS.
Ya es anécdota el sainete sobre el traspaso de mando, la frustrada transición ministerial, ó el más curioso aún acto de anuncio de ministros. Lo importante por sobre lo accesorio; aunque las formas también suelen definir actitudes.
Lo cierto es que el Gobernador entrante no dejó de sorprender con sus modos de hacer política; por lo pronto, las estrategias advertidas hasta acá lo ubican en el enigmático y especulativo terreno de lo novedoso.
Una de las preguntas que el mundo de la política no encuentra respuestas: ¿por qué Perotti puso en juego su propia mayoría en la Cámara de Senadores, a sabiendas que en Diputados por imperio de la Constitución no la tendrá? (quien ganare la categoría se alza inmediatamente con 28 bancas). Para evitar serias adversidades a la hora de votaciones delicadas, dependerá – por ahora – de dos voluntades radicales.
Desde la frustrada y frustrante intentona – anticipada en estas páginas el 20 de octubre- de reformar la constitución (con su inmediato correlato, si hubiera ocurrido, de ir por la presidencia de la Cámara de Diputados) que, si bien no la auspició, tampoco ordenó desactivarla cuando era patente su fracaso; hasta la desgastante zaga del presupuesto, Perotti mostró un personalista manejo de las situaciones, propio de quien está convencido de que una vez en funciones, el natural liderazgo que irradia el Sillón del Brigadier alineará los planteas en torno de su órbita.
El peronismo está inquieto, expectante; aguardó pacientemente 12 años para regresar al poder y advierte, aunque no lo expresen, que pareciera estar frente a un juego de roles invertidos: la oposición se consolida y el oficialismo se disgrega. Pero prefieren esperanzarse en la sapiencia y reconocida prepotencia de trabajo del futuro Gobernador.
El gabinete. Un gran desafío.
Omar Perotti diseñó un gabinete ministerial con 12 ministerios y una secretaria de estado (el FPCyS actual tiene 14 ministerios y dos secretarias de estado), compuesto por tres ministros que estuvieron en esos mismos cargos en la última gobernación de Jorge Obeid (Rubén Michlig, Water Agosto y Adriana Cantero) y dos en la última de Carlos Reutemann (Carlos Parola y Esteban Borgonovo). La “súper” Ministra de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat Silvina Frana, quien extrañamente juró el pasado jueves como diputada provincial, también proviene también de las filas del obeidismo; mientras que la Secretaria de Género Celia Arena es de cuna reutemista.
Completan la grilla Marcelo Saín en Seguridad (a quien su actual antecesor Maximiliano Pullaro colmó de elogios); Daniel Costamagna, productor agropecuario y profesional rafaelino, colaborador en el ministerio que dirigirá cuando Perotti era su titular en la primera gestión de Jorge Obeid estará a cargo del Producción, Ciencia y Tecnología; mientras que Danilo Capitani (Desarrollo Social), Roberto Sukermann (Trabajo), Jorge Llonch (Cultura) y Erica Gonnet (Ambiente) serán “los nuevos” en el elenco de colaboradores de Omar Perotti.
Los que aviesamente algunos reprochan como gabinete “conservador”, para el Gobernador entrante representa, en los aciagos tiempos por venir, el respaldo de la experiencia necesaria para atravesar las dificultades. Con la advertencia de no imitar lo que se vino criticando hasta ahora -la proliferación de líneas intermedias- cada Ministro podrá ir incorporando en sus carteras la justa dosis de creatividad, innovación y manejo de las fantásticas herramientas tecnológicas contemporáneas que cada vez mas irán cambiando los paradigmas de la administracióny la gestión pública. Como dijera el propio Perotti: “no tendré un gabinete joven (criticando al socialismo), habrá jóvenes en el gabinete”; en el mas abarcativo sentido de la acepción.
Esta semana el pueblo argentino renovará su esperanza en que, como sentenciara el “Padre de la Democracia” Raúl Alfonsín, bajo este sistema de gobierno “se come, se cura y se educa”. Hoy todavía un desiderátum.