Las decisiones tomadas en un contexto dificil, con grandes deudas de la gestión anterior, con una pandemia nunca imaginada, y con un ciudad que vivió sus vaivenes, y que aún en algunos sectores lo sigue padeciendo, han puesto al gobierno local en un nivel de «aceptación» general que incomoda a los partidos de la oposición.
Cuando la Intendente asumió su cargo el 10 de diciembre, su promesa de gestión para el primer año contemplaba atender varias cuestiones, principalmente ligadas a los reclamos más comunes de los vecinos. «Hay que limpiar la casa» y «potenciar la ciudad en el marco de programas que vinculen a todos los sectores de la economía local». Lo que nunca penso Dupouy es que aquella noche del 10 de diciembre, el programa de gobierno debía empezar a modificarse a pocas semanas de haberse iniciado, porque un virus nacido en China, llegaría al extremo de tener que cerrar todo un pais, y todo el mundo.
Pero, antes de la pandemia, tomó decisiones inflexibles que le dieron un respaldo político necesario desde sectores de la sociedad ceresina, «hartas» de los desmanejos de quienes se habian ido.
Dupouy se enfrentó cara a cara y puso condiciones en la limpieza de la ciudad, con un resultado óptimo, encaró una depuración necesaria de personal municipal «innecesario» para achicar el gasto público, no retrocedió ante las presiones de los sectores oportunistas, y encarriló la gestión envalentonada con aquellas primeras determinaciones que tuvieron el respaldo necesario de la comunidad.
Pero aquello de limpiar la ciudad y acomodar el desorden económico que dejaron en el PJ tras los últimos 4 años de gobierno, se encontraron con la pandemia, para muchos una palabra totalmente desconocida, y que no se usaba desde comienzos de siglo.
Blindar la ciudad, cerrar el motor comercial, y afectarle la vida a los pobladores con las aspiraciones de que todo pase pronto, fueron encontrando desde el mismo «oportunismo» trampolinero, otras aristas para complejizar el «camino» del gobierno.
Huibo choques fuertes con una oposición sin «brujula» como lo advirtió la propia mandataria, y la batalla no solo estaba con la pandemia, sino que en los bancos de la politica.
Un tropa nueva, sin las experiencias de caminar en un mar de pirañas que propone la politica opositora, Dupouy cargo la gestión en la espalda, con un respaldo del Senador Felipe Michlig incondicional.
Esa unión, provocó los vaivenes que desnudaron la fragmentación de la oposición. No todos seguían las reglas que se pasaban por mensajes de whatsapp, o llamados de telefonos de los operadores para dejar sin leyes al gobierno local.
Todo fue decantandose con el paso de la pandemia, y los meses duros de la política. Tal vez el sector más áspero de la oposición no supo leer el momento politico, y quedó expuesto. Tan expuesto, que con el poder del veto, el Ejecutivo se sacó de sus espaldas imposiciones desacomodadas en tiempo y formas.
Ese desacomodo, como una estrategia preparada en el edificio municipal, llevó a la obligatoriedad de tener que imponer voto doble al presidente del Concejo ante resoluciones a medias. No solo el veto de las ordenanzas sirvió para generar conflictos internos en los bloques del concejo, sino para exponer al principal contrincante a cometer el «error» de usar el voto doble, que la ley lo permite, pero que éticamente en los corredores de la politica, es un arma de doble filo.
Cuando la pandemia empezó a liberar actividades, el gobierno empezó a poner en marcha el «motor» de gestión y jugó sus primeras cartas casi de manera obvia, y obligando a la oposición de tener que retroceder o guardar silencio siempre.
Cuando se limpió la ciudad, llegaron los primeros laureles, las pequeñas obras de espacios publicos, separación de residuos, acomodamiento del tránsito, pintadas de aceras, forestación, y los programas de iluminación led y la obra de Casares, se fortalecieron en la acción, la oposición definitivamente se fragmentó.
No hubo reacción de proponer alternativas, y poco a poco la función de oposición, llevó a divisiones incontenibles.
La decisión de la ex Concejal Luisina Giovaninni de separarse de manera definitiva del «Camilismo», rompió los ejes de una oposición que quiso mostrarse unida y con consensos, incluso sumando al bloque netamente opositor del «vecinalismo».
Rafael abrió su rancho propio, como lo dijo Fiore en alguna nota radial, y eso terminó de fragmentar a los sectores de la oposición más «reticente» a acompañar las decisiones del gobierno. Incluso, el propio concejal de Juntos por el Cambio, en la radio, habia sacudido al peronismo al manifestar que convivir en el bloque peronista eraa imposible porque «habia llamados telefonicos con aprietes para no votar nada que venga del Ejecutivo».
A pocas semanas de empezar a cerrar nombres para las elecciones de medio término del año que viene, el juego ha comenzado. Hay especulaciones, no solo de nombres, sino de la conformación de los frentes electorales que irán al ruedo. En la «oposición» del peronismo apelan a una unidad que hoy no existe. Las diferencias entre ellos son muy evidentes, y el ex concejal Mansilla intenta armar esa unión tambaleando en la cornisa.
En el Ejecutivo el «termometro» está sobre el gabinete. Alguien dijo hace pocos días que «hay que jugar con nuestros propios jugadores». Evidentemente, los candidatos del Gobierno están sentados «cerca» de la Intendente. En el gobierno saben tambien que «hay fuerte apoyo a la gestión de la Intendente», la mayor figura del gobierno, pero que no todos los secretarios, o directores, tienen la misma «consideración» en la sociedad.
La inexperiencia de manejarse en el «barro» de la politica no es para cualquiera, menos aun si se están haciendo las primeras armas en la vitrina de una gestión que hizo cambios «radicales» para sacar una comunidad del letargo, en medio del contexto histórico más dificil del que se tenga memoria.
Lo que tambien existe, y con esas condiciones son los perfiles de aceptación, «Dupouy» y un par de secretarios están muy por encima de otros, pero «no son sacrificables» para sentarlos en un Concejo. Las decisiones no solo serán de una persona, como lo era con Busquets cuando gobernaba, en el radicalismo hay varias voces que hay que escuchar, y una de ellas es la del Senador Michlig.
El diagnostico sobre la oposición está hecho, son un rompecabezas que corre contra el tiempo, ahora faltan jugar los mejores jugadores del oficialismo, para sentar en el edificio legislativo mujeres y hombres que busquen consensos, sin estar atados exclusivamente a un partido político, la famosa «comunión» de poderes.
Martin Farias