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Un reconocido «Barman» santafesino cambió su vida laboral con la pandemia, ahora reparte verduras a domicilio

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A Juan Sebastián Ruiz (48) lo conoce casi todo el mundo en la ciudad. Pero como Juanse: es bartender profesional, es decir, un «alquimista» de la coctelería, algo así como un artesano en la preparación de tragos. Suele decirse que el bartender es la «evolución» del clásico barman: además de saber de coctelería, administra la barra y se ocupa del cliente. Ruiz tiene una escuela para formar gente en el oficio desde hace 8 años; trabajó y se formó en Buenos Aires -también en Corrientes y en la ciudad de Paraná-, y asesoró a los mejores bares de la ciudad. Desde 2015 vive en Santa Fe. El año arrancaba muy bien: mucha demanda de trabajo y récord de 80 inscriptos en su escuela. Pero llegó la pandemia, y sus prometedores planes cayeron en un impasse.

 

Adiós a su escuela (de momento), se le cayó el servicio de asesoramiento, facturación cero, sin trabajo. ¿Qué hacer? ¿Cómo reinventarse? «Llegó el coronavirus y me quedé sin laburo, así como si nada, con todos los proyectos armados para el año, con todas mis expectativas en la mochila. Pero bueno… Ya lo venía maquinando en mi cabeza; pero un día me levanté y me decidí. Me largué a la compra y distribución a domicilio de verdura fresca, porque creo que es lo último que la gente va a dejar de consumir», cuenta Ruiz, en diálogo con El Litoral.

 

El bartender armó su cartera de distribución. «Conozco varios amigos que tienen puestos en el Mercado de Abastecedores y me dieron una mano enorme. Gracias a ellos empecé. Y aprendí otro oficio», relata. Va tres o cuatro veces por semana hasta el mercado, elige y compra él, selecciona la verdura, la lava, prepara los bolsones con pulcritud y sale a repartirlos en su Fiat Siena. A domicilio: servicio personalizado.

 

Ganar la moneda diaria
«Entra la moneda a mi casa, más allá de que mi esposa es profesional y tiene trabajo. Pero con esto, hago una diferencia para cubrir gastos fijos y diarios, que son domésticos, entre otras cosas», agrega. ¿Y qué sentimientos aparecen ante el hecho de dejar su oficio, lo que más le gusta, por otra actividad aprendida en la premura de una readaptación obligada que impuso la pandemia? «Uff… Por momentos estoy bárbaro y entusiasmado por este nuevo oficio. Siento la adrenalina. Pero antes me iba muy bien, ya tenía mis proyectos armados: y cuando pienso en eso, me pega el bajón», admite.

 

Cambiar de rubro de proyectos tan abruptamente no fue fácil. Pero todo aquello puede volver, una vez que pase la pandemia. «La clave sigue siendo no bajar los brazos, nunca. Y seguir adelante. Sobre la base de mi experiencia personal, lo que le puedo decir a la gente que por ahí se quedó sin laburo y no sabe para adónde encarar, es que hay que entender que las cosas ya no son más como antes de la pandemia. Y no creo que vuelvan a serlo algún día. Entonces, hay que hacer el ejercicio de ‘resetear’ la compu y redescubrirse a uno mismo haciendo otra cosa, otra actividad», opina.

 

Para Juanse Ruiz, brindar un servicio que la gente necesite es una buena salida, dada la actual emergencia sanitaria sin precedentes históricos. «Dar un servicio es relativamente gratis, y no demanda grandes inversiones. Se trata de ofrecer algo a otro que necesita de eso. Me parece que ‘es la que va’ de momento. Y la otra: me parece que hay que aprender a pensar de nuevo y de otra manera las cosas».

El Litoral