“Miedo es la sensación que surge al visualizar la consecuencia que podría llegar a tener una acción que nunca realizamos”. Esta es una frase que Marcos Villamil, ingeniero agrónomo de 28 años, repite una y otra vez cuando alguna situación lo frena. Ese sentimiento lo perdió hace tiempo: “En febrero del 2020 renuncié a mi trabajo estable. Trabajaba en el sector agro de un banco. Lo hice para ir en pos de mi sueño: salir a cabalgar la Argentina de sur a norte con mis tres caballos y en solitario”, cuenta desde Santa Cruz.
¿Qué lo motiva? “Es muy simple”, dice, un deseo que nace en su niñez: “Estuve siempre vinculado a los caballos e imaginaba un día poder hacerlo. Hace seis años este sueño loco se me plantó en el alma, y hoy puedo transformarlo en realidad”. Hace seis meses salió de Buenos Aires con sus tres compañeros -Mora de 11 años (mestizo con árabe), Wayra de 5 (criollo) y Tordo (percherón e hijo de Mora)- para visitar lugares poco accesibles, conocer la gente, los pueblos y entrelazar historias. A este proyecto lo llamó Abrazarte Argentina.
Su travesía se inició en septiembre de 2020, originariamente la fecha prevista era marzo del mismo año pero casi en simultáneo se libraba en el país un período de aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia del coronavirus. Debió postergar su travesía medio año. En seis meses ya hizo 3.650 kilómetros: fue bordeando el áspero camino de la Cordillera de los Andes, desde La Pampa pasando por Neuquén, luego Río Negro, más tarde Chubut y finalmente Santa Cruz. “Ahora estoy en la estancia llamada La Esperanza donde me hospedarán por tres días. La gente es muy cálida, me ve con caballos y me invita a quedarme. Incluso los cuida. Es algo increíble”.
Las renuncias y los sueños
Recuerda que el disparador de su cambio de vida fue una suerte de ascenso en su trabajo: “Alguna vez me dijeron que la vida se trata de tomar decisiones. Básicamente fue lo que hice. Había hecho todo según lo esperado: había estudiado, obtenido un título, conseguido un buen trabajo y era feliz, hasta que me ofrecieron más responsabilidades laborales y pensé ‘cada vez estoy más atado y lejos de lo que realmente quiero hacer’”.
En noviembre de 2019 le propusieron un nuevo desafío laboral. La oferta era difícil de rechazar. “Pensé ‘es ahora o nunca’. Tuve que decir que no para cumplir con mi proyecto que era ‘Abrazarte Argentina’”. Y así fue. Dejó todo. Se lo comunicó a sus compañeros, jefes y familia. Para su sorpresa, recibió apoyo de todos los sectores. Marcos ya había hecho algo similar en 2011, cuando viajó a caballo desde San Antonio de Areco a General Alvear. “Eso me dejó muchos aprendizajes que pude capitalizar en el 2014 cuando me di el gusto de recorrer mil kilómetros de la provincia de Buenos Aires con dos amigos y ocho caballos (Wayra y Mora entre ellos)”.
El amor y los caballos
“Es el amor incondicional por los caballos lo que me impulsó a hacer cabalgatas. Poder hacerlo en nuestro país es aún mejor, porque nuestra patria se hizo a caballo y tienen una impronta muy fuerte en nuestra cultura”, reconoció Marcos, mientras que a su vez destacó que gracias a sus compañeros de viaje pueden ingresar a lugares o filtrarse por caminos que con otro medio de transporte sería imposible.
Su devoción por los caballos tiene su origen en el campo de sus abuelos. “El Centinela fue la casa de mis abuelos. Fue mi segunda casa o mi primera… Acá se forjó mi vínculo con la naturaleza, con los caballos, con la vida en general. Cada rincón de este campo está repleto de lindos momentos compartidos con familia, amigos y gente querida”.
“No hay mejor aprendizaje que el de la propia experiencia”, dice. Es su filosofía de vida. Va a su ritmo, sin apuro, sin prisa. Ya está en Santa Cruz y en breve llegará a Ushuaia donde se reencontrará con su familia. Desde Tierra del Fuego emprenderá regreso hacia La Pampa y desde ahí continuará su travesía hacia el Litoral. La calidez de la gente y la vista son dos de sus conclusiones. “Los paisajes son impagables. La Argentina es alucinante. En estos meses además de conocer gente única, descubrí lugares como Lago San Martín, uno de mis favoritos hasta el momento”.
“Conocí gente y familias que me abrieron las puertas para que pudiera darle agua y pasto a los caballos, y empecé a conocer esa Argentina de caminos de tierra y mirada tranquila, ese país que no me contaron ni me mostraron en la televisión o en mi casa y yo la empecé a conocer de primera mano”, reflexionó.
Marcos explicó que rota los roles de sus caballos: ensilla uno, otro lleva la carga y el restante va libre. Y contó cómo financia su proyecto: salió con apenas diez mil pesos en el bolsillo y dispone de un ingreso mensual de veinte mil pesos por el alquiler de su departamento porteño. “Con eso me solvento todo. La realidad es que llego a un puesto, pido permiso y me hospedan. Mis caballos son mi mejor carta de presentación”, concluyó.
Podés seguir el recorrido de Marcos en @abrazarte.argentina.
Si tenés una historia de vida para compartir podés escribirle a @camilahotano o cotano@infobae.com