Por imperio de los circunstancias, forzadas o no, al Gobernador de Santa Fe se le abrieron varios frentes: narcotráfico, político, docente (veremos si también la administración central). Maximiliano Pullaro tiene el desafío de sortearlos y demostrarle a la clase política y la ciudadanía toda, que de los laberintos se sale por arriba.
Narcotráfico, dureza en las cárceles y “efecto Bukele”
“Yo metí presos a los líderes de las principales bandas de narcotráfico de Rosario cuando era Ministro de Seguridad (de Miguel Lifschitz), les decomisamos los bienes, los rematamos y repartimos entre las víctimas el producido; nunca se enojaron, pero cuando asumimos el gobierno les cortamos los obscenos privilegios de los que gozaban sus segundas líneas (básicamente en el penal de Piñero) y ahí comenzaron las represalias, que comenzaron con balaceras a comisarías, ataque al micro del Servicio Penitenciario (que no se cobró un muerto de milagro) y finalmente con este raid de asesinatos”, contó hasta el hartazgo el Gobernador Pullaro en cuanto medio nacional y provincial de comunicación lo entrevistara por estos aciagos días.
Pullaro buscó aventar las interpretaciones sobre el efecto nocivo que pudieron haber tenido la difusión de fotos con presos alineados “a lo Bukele”. El padre del joven asesinado en la estación de servicio, culpó a Patricia Bullrich por la difusión de esas fotos y sus letales consecuencias.
Gustavo Villatoro, ministro de Seguridad de El Salvador en una conversación telefónica con la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, calificó de «error muy grave» la emulación de las tácticas de su país por parte de las autoridades argentinas, expresando que tales acciones solo son apropiadas cuando las bandas criminales han sido neutralizadas y se tiene un control total de la situación en las calles.
Afortunadamente desde hace varios días no se sucedieron más asesinatos en Rosario.
El socialismo pagó los platos rotos de lo que estaba aconteciendo en Rosario, y fue blanco de la iracundia presidencial desde donde partieron acusaciones hacia el extinto Hermes Binner y el actual diputado provincial Antonio Bonfatti como precursores del ingreso del narcotráfico en Rosario. Mónica Fein en su carácter de titular del Partido a nivel nacional, y el también actual diputado provincial Ruben Galassi – mano derecha de Bonfatti – salieron a cruzar con dureza al Presidente Milei.
Pullaro es socio de los PS en el frente gobernante y Milei acababa, intencionalmente o no, de sembrar cizaña. Para evitar efectos colaterales no deseados, todo el mundo prefirió dejar que la dinámica de los acontecimientos sepultara el tema, a sabiendas que torear a Milei significa embravecerlo aún más.
Pero las cosas no están como para que nadie encienda un cigarrillo cerca del depósito de garrafas. Después del despliegue de fuerzas federales en Rosario, el gobernador bonaerense Axel Kicillof envió 80 patrulleros, 400 agentes, drones, tres minubuses y helicópteros. Nadie podrá dudar de la solidaridad del gobernador bonaerense, enfrentado a muerte con el Presidente Milei, para con un par en desgracia, pero las lecturas – esperemos que solo eso – políticas son inevitables.
La relación entre Milei, Pullaro y la intermediaria Patricia Bullrich es de acrobacia en las alturas.
Pullaro se preserva del fuego cruzado nacional
Después que Martín Lousteau, presidente de la UCR nacional y líder del sector político Evolución al que adscribe el radicalismo gobernante en Santa Fe, tuviera el calculado revés en la votación senatorial sobre el DNU, seis gobernadores radicales salieron a marcar posición si se quiere “distinta” a la de Lousteau con un documento, que Maximiliano Pullaro no firmó. “Nosotros – el radicalismo provincial- lo vamos a preservar al Gobernador Pullaro de las cuestiones nacionales y los alineamientos. Hoy su principal lucha es contra el narcotráfico”, explicó a nuestro Diario con un grácil don de la prudencia, el reelecto titular del radicalismo provincial Felipe Michlig.
Los docentes no aceptan culpas y van por más (aumentos)
Si desde el Poder Ejecutivo pensaron que la amplia difusión del ausentismo, ó el hecho de estar cobrando aumentos de sueldo – por poco que fueran- cuando el resto de la población no sabe si mantendrá sus puestos de trabajo, generarían algún sentimiento de culpa en los ánimos de los docentes, ello no estaría pasando: otra vez por gran mayoría las maestras – y maestros – votaron nuevas 48 horas de paros en rechazo del 16.7% ofrecido (9% más 7.5% por única vez).
El Ministro de Educación José Goity les había pedido que no hagan paros por 15 días, hasta sentarse de nuevo en abril a conversar, pero la docencia le respondió con dos secuencias de 48 horas de huelga.
“Se le ofreció a la docencia 16,5% por un mes y seguir negociando”; y la verdad es que desde que asumimos no dejamos casi un mes de pagar aumentos de sueldo”, sostienen desde el Poder Ejecutivo, que por otra parte no son obtusos: admiten que los docentes continuarán con las medidas de fuerza, a pesar de que no recibirán ese nuevo aumento, por poco que sea. ¿Cuál es la próxima jugada del gobierno?, ¿anunciar que descontará los días de paro de aquí en mas?: “no se va por los caminos ya conocidos”, se oyó enigmáticamente en los pasillos de la Casa Gris.
Ahora el gobierno deberá esperar la reacción de los sindicalistas de UPCN y ATE a quien los convocó para esta semana a los fines de acercarles se supone la misma oferta salarial que a los docentes. ¿Intentará quebrar el frente gremial estatal?.
A todo esto, ahora parece que el Ministro de Economía Luis “Toto” Caputo descubrió que las alimenticias (le faltan las petroleras) ejercen posición dominante y lo hicieron “hocicar” (dicho campero) llevándolo a que el remedio sea peor que la enfermedad: la apertura de importaciones. Esa receta ya fracasó. Y volverá a fracasar.
Por Dario Schueri