Julieta Gutierrez y Sebastián Álvarez fueron hallados culpables del delito de»homicidio calificado por el vínculo» y recibieron la pena máxima. Aarón tenía apenas 15 meses cuando en octubre de 2018 murió a causa de la brutal golpiza.
Tras un cuarto intermedio este lunes se retomó el juicio con jurados populares por el homicidio de Aarón y se conoció la sentencia.
Julieta Antonella Gutiérrez (21), la madre del bebé de 15 meses asesinado a golpes en Morteros hace casi un año, el 14 de octubre de 2018, y su concubino, Emiliano Sebastián Álvarez (28), fueron condenados a prisión perpetua de ser hallados culpables «homicidio calificado por el vínculo».
En su última palabra, Álvarez se limitó a decir: «Me da lástima lo que le pasó al chico. Nunca imaginé esto». Por su parte, el abogado de la madre de Aarón dijo que su defendida no estaba en condiciones de decir una última. La mujer se mantuvo siempre cabizbaja y nunca dejó de llorar durante la última audiencia del juicio.
Recordemos que en su alegato, la fiscal Consuelo Aliaga Díaz había pedido la máxima pena para la mamá y el padrastro de Aarón y agravar su imputación a «homicidio doblemente calificado por el vínculo y alevosía».
Consideró que Álvarez fue el autor material del crimen, mientras que la mujer, acusada de maltrato físico, no cuidó al bebé y permitió los castigos. También la fiscal pidió tratamiento psicológico para ambos por adicciones a las drogas y violencia familiar.
Según la acusación de la Fiscalía, Aarón había sido víctima de maltrato físico en reiteradas oportunidades entre agosto y octubre del año pasado, golpeado con objetos contundentes y sufriendo hasta mordeduras.
Por su parte, ambas defensas pidieron la absolución, y en el caso del hombre, sino se lo absolvía, se lo condenara por homicidio simple, que prevé una pena de 8 a 25 años de cárcel. En cuanto a la mujer, su abogado había pedido la absolución por el beneficio de la duda.
La autopsia del cuerpito de Aarón había arrojado que su muerte fue causada por un traumatismo abdominal. Médicos que lo atendieron, como testigos durante el juicio, dijeron que el niño presentaba secuelas de golpes en el cuerpo y que en la zona del cuello habían sido maquilladas por sus agresores para intentar ocultar la evidencia.
Durante el juicio se dejó al descubierto la cadena de tormentos y castigos que había sido sometido el pequeño antes de encontrar su muerte.
Una pareja, dueños del tambo en donde trabajaba el acusado, contaron que el hombre era violento y tanto la víctima como su hermano -Mirco (4), el otro hijo de Gutiérrez- le tenían miedo, los solía poner contra la pared en penitencia y si él no les ordenaba que se movieran, los niños quedaban en ese lugar todo el tiempo que a él se le antojaba.