(Por Mauricio Maronna Diario La Capital).– La política santafesina quedó a punto caramelo para barajar y dar de nuevo. El 2021 comenzó como lo que es: un año electoral. Mientras el gobernador Omar Perotti sigue sin designar ministro de Gobierno, en una clara muestra de que no considera a esa cartera como algo trascendental, la oposición busca cómo evitar repetir los errores que la llevaron a la derrota en 2019, cuando Antonio Bonfatti perdió con el rafaelino.
Felipe Michlig, Maximiliano Pullaro, Carlos Fascendini, Mario Barletta y otros, decidieron dar por terminada —al menos en su mensaje— la experiencia de la coalición santafesina y de Juntos por el Cambio para ir en busca de otro nombre y otro frente, en un país que marcha inexorablemente hacia el bicoalicionismo.
Adentro del corral
Hay dos cuestiones que deberían tener en cuenta: la etapa que viene para la oposición es con todos incluidos, no pueden darse el lujo de querer dejar afuera a los que están adentro, caso José Corral, quien fue consultado por la movida de sus correligionarios y se lució en la respuesta: “Bienvenidos”.
La ironía del ex intendente de Santa Fe demuestra cierta posición naíf de algunos de los organizadores de la movida hacia una juntada diferente. En el radicalismo dan por sentado de que si Miguel Lifschitz quiere ser candidato todos apoyarán su postulación. El problema es que Lifschitz ni siquiera quiere dar el paso hacia un gran frente que le pueda ganar al peronismo.
Curiosamente, Lifschitz y Pablo Javkin se llevan mal, pero coinciden en quedarse al margen de la primera movida. Ambos parecen descreer de que no hay espacio a jugar en soledad. El socialismo y el radicalismo progresista pagaron caro no tener anclaje nacional en elecciones pasadas. No sumaron casi nada en el Parlamento.
Al no sumarse corren el riesgo de ser los más progresistas del barrio pero dejar sin triunfo al espacio. Es más, un radical que recorrió algunos barrios porteños para hablar con Horacio Rodríguez Larreta, dijo que “Javkin reniega de sumarse, pero hace alianzas con Roy López Molina y otro concejal del PRO, y Lifschitz tuvo acercamientos en el 2018”.
¿Es una cosa el 2021 y otra el 2023? No parece ser así. No hay 2023 sin 2021. Casi siempre las elecciones de mitad de mandato configuran un estado de ánimo, aunque otros dicen que el elector se da un gustito. Hay ejemplos empíricos en todas las direcciones.
Lo cierto es que los radicales que firmaron el comunicado coinciden en que es hora de trabajar mancomunadamente con el radicalismo nacional, que no hay más espacio para cortarse solos. “Que quede claro, esto se hace para tener y dar apoyo nacional a las estrategias”, dijo a La Capital el diputado Maximiliano Pullaro.
Javkin cree otra cosa y, pese a la mala vibra con el socialismo, dice que el ex gobernador Lifschitz “es el mejor candidato y el Frente Progresista tiene el mejor territorio para avanzar”. Su mano derecha legislativa, Ariel Facha Bermúdez hace uso de las palabras del intendente y tuiteó que si no estuvieron en la fiesta de Cambiemos no tienen por qué ir al velorio. No parece ser la realidad. Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio, tiene presente y podrá tener futuro para pelear las elecciones. La grieta viene cada vez más intensa.
Habrá que ver si los cabezones radicales logran sumar a su base más preciada: los intendentes y presidentes comunales. ¿Preferirán irse a una estructura de poder con Juntos por el Cambio o hacer propia la teoría de Lifschitz y Javkin?
Desde el PRO avalan la movida. El diputado nacional Federico Angelini admitió que se trabaja para incorporar al radicalismo progresista y a los socialistas. “No hay otra, es más, para ganarle al peronismo hay que extender la coalición a otros sectores, como el de Amalia Granata y más”, apuntó.
Corral está dispuesto a dar pelea en la interna del espacio, que podrá ser movilizadora. La semana entrante habrá varias reuniones entre los jefes políticos de los espacios.
El socialismo tiene una interna partidaria en abril, en donde de acuerdo a los aprontes los dos sectores en pugna (lifschitzmo vs dipollinismo) querrán sacar músculo haciendo competencia para ver quién es mas progresista. Lo que deberían hacer es buscar puntos de contactos, porque, de lo contrario, el Partido Socialista corre riesgos de quedar relegados en todos los ámbitos.
Desde esta columna de análisis político se escribió un año y medio antes de las elecciones provinciales de 2019 que si no había unidad en la acción, los socialistas estarían peleando por ver quién lleva la manija más grande del cajón. La derrota frente a Perotti dio la respuesta.
El socialismo ahora necesita adquirir fuerza para competir con sus socios a la hora de los posicionamientos internos. El radicalismo, al menos amaga con dejar atrás los vicios de las peleítas internas que no les importa nadie.
Santa Fe tiene ahora un lindo culebrón de verano. El periodismo político lo agradece.