La vida sorprende con noticias que nadie está preparado para afrontar. Tal es el caso del ahora ex arbitro Juan Pablo Tetamantti, quien dirigió en varias ligas santafesinas, y su vida cambió por completo de un momento a otro. cuando le diagnosticaron cáncer a su hija
Juan Pablo nació en San Pedro, la pequeña ciudad bonaerense ubicada a orillas del Río Paraná. El amor por el arbitraje le creció desde chico. Es por eso que hasta el día de hoy dirigió en varias ligas santafesinas: la rosarina, la totorense, chañarense, venadense, y la cordobesa con sede en San Francisco. La sanlorencina fue la última de su carrera y la que llevará siempre en su corazón.
Precisamente en esta liga, fue donde Juan Pablo tuvo su «partido final» y donde vivió, probablemente, los momentos más fuertes e intensos de su vida .
Su hija Sol desde pequeña lo acompañaba a los partidos de la Liga y mientras papá dirigía con pasión en la baby fútbol, ella se dedicaba a dibujar sin parar. Así lo cuenta Juan Pablo en diálogo con Rosario3.
«Comencé a dirigir cuando Sol tenía un año. A los cuatro años, sus papás se separaron pero siempre estaba presente, aunque se quedaba con su mamá. Estudió trabajo social y en el 2014, luego de 14 años de esperarla, vino a vivir conmigo. Un 29 de octubre del 2015, con 19 años, le diagnosticaron cáncer linfático», resumió el hombre, con la emoción a flor de piel.
En San Pedro, una ciudad chica que se parece más a un pueblo grande, crecieron rápidamente los rumores sobre la enfermedad de Sol y eso afectó a la familia. «Nunca pude contar esta historia en primera persona, ella siempre escribía pero no más que eso», confesó Juan.
Sol se sometió a 12 quimios desde el 11 de mayo hasta el 12 de agosto, con 15 sesiones rayos. «Como papá pensé que me iba a volver loco porque uno no quiere ver sufrir a los hijos. Marita García, oncóloga pediatra fue quien nos ayudó desde el primer día. Muchos chicos no salieron y eso no me lo voy a olvidar nunca; siempre me acuerdo de ellos, uno no está preparado para cosas así», relató.
Su hija se formó en una escuela católica de San Pedro y, aunque Juan Pablo renegaba de algunas ideologías, este cambio drástico lo puso «más místico». «El arbitraje es muy denso pero en el medio del partido me ponía a rezar por situaciones que podían pasar. Cuando Sol se enfermó, mi único lugar tranquilo era la cancha», aseguró.
El partido final
«La promesa era que si se curaba, dejaba de dirigir», dijo con firmeza Juan Pablo. Su hija fue dada de alta el 3 de junio pasado y el apasionado árbitro sintió que se terminaban dos historias a la vez: la de la enfermedad de su hija y la del arbitraje. Pero fue la joven quien tranquilizó a su papá con dulces palabras: «Papi, el diagnóstico fue un 29 de octubre, asi que tenés tiempo para vivir el proceso de cierre», le propuso.
«En el arbitraje no te curas nunca. Cuando te retiras, seguís teniendo esa pasión. Cuando miro un partido sólo quiero que le vaya bien al árbitro», dijo emocionado.
El 29 de octubre pasado llegó el ansiado y a la vez complicado momento para Juan Pablo. En la Liga Sanlorencina, en la cancha de Colón de San Lorenzo que recibía a Sebastián Gaboto, le puso fin a su carrera como árbitro. Su hija estuvo presente y un público emocionado lo ovacionó en el pitazo final.
«Sin dudas, es un momento que voy a recordar siempre. También agradezco a mis compañeros, de la Cooperativa de Árbitros Integrados de Rosario y La Región, quienes me acompañaron en este momento tan emotivo. A Juan Carlos Díaz, Bruno Albornoz, Ariel Ayala y Rubén Ibañez», dijo en el final de la charla.
Juan Pablo ya no siente la adrenalina previa a los encuentros, la estridencia de los silbatazos, la concentración para determinar un fuera de juego o un penal. Pero tiene un Sol que lo ilumina otra vez con toda su energía. Ese es un partido que él ya ganó.
Nicole Murelli// Rosario3