La angustiante situación económica que padece la sociedad amenaza a los gobernantes, que difícilmente puedan seguir yuxtaponiendo los méritos de la cuarentena con las tribulaciones sociales de toda índole.
Al momento de redactarse estas líneas, la Provincia de Santa Fe seguía estancada en 243 casos de COVID-19 tras varios días sin contagios; con 107 personas en cuarentena y tres fallecidos. Cinco Departamentos de los diecinueve nunca tuvieron afectados, y de acuerdo con un estudio de la UNL la mayoría de los casos se concentraron en el Sur provincial, básicamente Rosario y su área metropolitana.
¿Habilita ese auspicioso panorama la distención casi irrestricta del aislamiento?. Paradójicamente, hoy los gobernantes están cautivos del éxito epidemiológico y político del estricto bloqueo inicial, que detuvo la posible diseminación del SARS-CoV-2; ahora la sociedad les reclama – en función de los favorables resultados clínicos y la amenaza económica – que las cosas vuelvan poco menos que a la situación pre 20 de marzo. Un dilema que seguramente los afiebra -y no precisamente por el COVID- y atormenta, acicateados por los expertos que los manipulan psicológicamente con el fantasma probabilístico del trillado “pico de la pandemia”, que nadie puede predecir con certeza.
Será quizás por ello que el Gobernador Omar Perotti le dedicó la mayor parte de su extenso discurso inaugural de sesiones ordinarias del parlamento santafesino, a detallar todo lo realizado por su gestión y la del gobierno nacional en pos de afrontar una incierta calamidad viral; pero que podría transformarse – o no- en la profecía autocumplida si cede a las insoportables presiones que lo estrujarán desde este lunes.
El tono discursivo y gestual del Gobernador, que ni siquiera enfatizó los anuncios propositivos para el sector productivo, denotaron una aflicción que no pudo ocultar. La oposición se lo hizo saber inmediatamente y los propios, con excepción del delfín Roberto Mirabella, prefirieron un piadoso silencio.
Efecto dominó en el interior.
La Federación de Centros Comerciales – FECECO – dio su ultimátum con un contundente comunicado, llevado a la práctica este fin de semana, primero en el Departamento San Cristóbal con sus cuatro ciudades y luego San Justo. Y le seguirán otros esta semana. En todos los casos los comerciantes, apoyados por los legisladores locales, directamente le exigen a Perotti consentir las ventas en todos los comercios de ciudades menores a 500 mil habitantes.
Desde hace una semana, los diputados y senadores de la oposición vienen recibiendo idénticas e imperativas “sugerencias” de sus jefes comunales y municipales, con respecto de la habilitación de rubros laborales. Raramente pareciera que en los ejidos peronistas tales reclamos no existiesen.
La semana pasada advertíamos en este mismo espacio que lo que no se logre por consenso, saldrá por espanto. Los jefes comunales reciben las presiones sociales y se las trasladan a su vez al primer retén político: los comités departamentales de Emergencia, presididos por el Senador y diputados que deben sopesar en una balanza de precisión el peso político y epidemiológico de las decisiones a tomar.
Finalmente colisionaron las dos disyuntivas existenciales: salud y economía. El remedio para lo primero (la inflexible cuarentena) ocasionó severos efectos en una economía que, tal como lo enunció el FMI, venía con una comorbilidad inquietante.
La disyuntiva socrática es ¿cómo salir?. Quizás las imágenes de la epifanía europea (básicamente España) tras la distensión de la cuarentena bien podrían servirnos, de acuerdo con sus consecuencias, de invalorable lección. “Estamos viendo el futuro”, señaló un médico.
Para colmo de males, la política no ayuda.
“El presidente se durmió en los laureles de las encuestas y la sociedad reaccionó frente al intento de liberar presos comunes. El cristinismo gana cada semana más poder adentro del gobierno”, enuncia en su editorial de este Domingo el colega rosarino Mauricio Maronna.
Como la propagación del coronavirus nacido en china, los arrebatos del kirchnerismo que acosan al mismísimo Presidente de la Nación en plena desgracia sanitaria, no hacen más que debilitar peligrosamente sus defensas políticas; difícilmente el profesor – aunque no de matemáticas- Alberto Fernández vuelva a pararse frente a un monitor para explicarle algebraicamente al país los logros del aislamiento, mientras crecía polinómicamente en las encuestas. “Hasta acá llegó”, pensó Cristina Fernández, y puso en marcha la fase dos de la pandemia: La Cámpora.
¿Qué consecuencias traerá esto en la Provincia de Santa Fe?. Omar Perotti es amigo personal del Presidente, quien no dejó de asistirlo económica y logísticamente en todo este tiempo. Pero sospechamos que de ahora en más el gobernador santafesino deberá comenzar a gastar “de la suya”.
Perotti había llegado al último día de marzo con liquidez en caja para pagar los sueldos, jubilaciones y coparticipación a municipios y el cheque político que le dio la legislatura por más de $50.000 millones. En abril solo usó una décima parte de ese cheque tomando un préstamo con el Nuevo Banco de Santa Fe por $5.000 millones.
Cosa que en despachos influyentes se traduce en reflexiones compartidas del tipo «como en toda sociedad, no funciona si uno quiere que ponga el otro y no poner de la suya».
Un afamado editorialista español escribió en el siglo pasado que “un buen editorial suele prevenir lo que en las profundidades de las colectividades humanas se está fraguando y va a estallar de un momento a otro”.
Esa fina percepción suele estar híper desarrollado en la clase política, que le permite ejercitar como nadie el instinto de supervivencia. Una de los síntomas para detectar el COVID en el organismo es la pérdida del olfato (y del gusto).
Difícilmente ocurra entre los políticos. Por ello esta semana será crucial: “la combinación de la psiquis del encierro y el empobrecimiento económico” – reflexión de un analista económico local- será un cóctel letal para la clase gobernante.