La semana que feneció marcó un punto de inflexión en el peronismo santafesino (los socialistas y radicales ya comenzaron su catarsis inmediatamente después de la derrota).
Omar Perotti es el líder formal del peronismo (por ser el Gobernador electo), pero tendrá que trabajar duro para constituirse en el líder natural. Reutemann, y en menor medida Obeid, fueron los dos últimos líderes – “jefes” tal el verticalista argot militante – naturales del peronismo santafesino.
El Gobernador y su Vice no arrancarán de la mejor manera esta semana: el primero confrontado con sus propios senadores; y la compañera de fórmula comprometida por una escucha telefónica en un juicio.
Y lo peor, institucionalmente hablando, es de esperar que no ocurra: estamos en Santa Fe ante la deplorable remake Cristina Fernández – Mauricio Macri 2015, donde no hubo transferencia formal de mando.
Si Miguel Lifschitz y Omar Perotti no se sientan de manera urgente, como dos dignos representantes de la voluntad popular y signatarios de la democracia y el republicanismo, dejando de lado actitudes que ante los asombrados ojos de la sociedad ya suenan caprichosas, Santa Fe será el hazmerreir nacional.
¿Cómo puede ser que dos Gobernadores (electo y en ejercicio) no se pongan de acuerdo para un acontecimiento tan trascendente, no solo desde lo usual o protocolar, sino desde el elemental respeto por la institucionalidad , como es la transferencia del mando?.
Una penosa manera de dejar y de acceder al poder que ofendería a la democracia.
El conflicto con los senadores.
Es temerariamente asombroso como desde usinas allegadas al futuro Gobernador salieron a crucificar a los seis – por ahora – senadores peronistas que colaboraron con la media sanción del presupuesto 2020 sobre tablas.
Si alguien sospechaba que la relación del Gobernador electo con parte de su cuerpo senatorial no era la mejor, desde su entorno lo agravaron. Y sembraron nuevas dudas: ¿no confían los senadores peronistas en el Gobernador del mismo palo?. José Baucero, uno de los votantes del presupuesto aclaró que su posición no fue política ni mucho menos personal: “cuando los habitantes del Departamento San Javier vean las obras que hay para sus pueblos y ciudades, van a entender mi voto”, fundamentó. Raúl Gramajo del Departamento 9 de Julio obró de igual manera.
Y así es como seguramente fue, más allá de incomprobables elucubraciones de pactos preexistentes no cumplidos (por Perotti), y fantasiosos acuerdos políticos y económicos con Miguel Lifschitz (que si los hubo formaron, forman y formarán parte del entramado de la política, que la prudencia aconseja no ventilar), los 19 senadores ganaron sus territorios el pasado 16 de junio por el 50 % promedio; ¿por qué?. Por las innumerables obras – y subsidios – que gestionan y otorgan en cada pueblo y ciudad. Además, la boleta única los transforma en candidatos casi inexpugnables. Por nada la mayoría supera largamente las dos décadas en la Cámara.
El columnista rosarino Mauricio Maronna señala en su editorial de La Capital que “el futuro mandatario considera que se terminó el tiempo de la república de los senadores en el peronismo”; y agrega que según el senador Traferri (líder de la rebelión) “Perotti ni siquiera quiere consensuar. Y cerca suyo (de Traferri) aseguran que (Perotti) buscaba un presupuesto propio para quitarle recursos a la Cámara alta”.
En definitiva la media sanción sobre tablas del presupuesto 2020, (que también fue votado en los años 2010 y 2011 por los senadores del PJ sobre tablas el mismo día que entró), no contiene la gravedad numérica, ni muchos menos institucional, que se sobreactúa; el Gobernador entrante tendrá amplias facultades para re direccionarlo de acuerdo con una disposición transitoria agregada, para cumplir con la modificación a la Ley de Ministerios sancionada por unanimidad, que le deparará 12 ministerios y una secretaria de estado a Perotti.
Si Diputados no lograse aprobarlo esta semana, a lo consignado anteriormente Perotti deberá agregarle en su haber la reconducción presupuestaria, que siempre le da un poder enorme al Ejecutivo, como por ejemplo congelarle el presupuesto a ambas cámaras legislativas y al Poder Judicial con mismo monto 2019; congelar Fondo Obras Menores a municipios y comunas; no incluir en 2020 el “Programa de Intervención Integral de Barrios», etc.
Pero detengámonos en el hecho político detonado: dos tercios de la Cámara de Senadores le advirtió al Gobernador electo (quien alguna vez estuvo sentado en una de esas bancas) como son las reglas de juego en ése hemiciclo de la legislatura. Que terminaría con un escenario a futuro de minoría en ambas Cámaras.
En los balances con los otros poderes, nunca se le admite a un gobernador que actúe como jefe; para ellos es uno más.
Quedan aún en carpeta los pases a planta permanente de 1.717 empleados públicos contratados, cuya nómina ya tienen en su poder los dos gremios estatales reclamantes (UPCN y ATE) para su revisión. En caso de que la aprueben, quedaría expedito el camino para la elaboración del decreto respectivo. Que lo podría firmar – aunque no debería por la Ley de Responsabilidad Fiscal – Miguel Lifschitz. O en su defecto Omar Perotti.
Nada comparable con la inquietante incertidumbre que existe a nivel nacional, con la inminente asunción de Alberto Fernández y su intrincado armado político, que mantiene expectante a la sociedad.