Obsesivamente mirando las encuestas, cual piloto de Fórmula Uno el cronómetro probando pista antes de las clasificaciones, los precandidatos ajustan los motores. El domingo que viene serán las clasificatorias; y allí el cronómetro estará, impiadosamente en manos de “la gente”, que por lo visto está más enojada que agradecida. Supimos escribirlo en estas páginas: no transformen en dádiva lo que es un derecho.
Conversábamos con el analista internacional y precandidato libertario Luis Rosales (de paso en esta capital para inaugurar un local de la reformateada UCEDE “Avanza Libertad”) sobre el fenómeno socio-electoral que podría provocar, como otra de sus tantas secuelas, el Covid-19.
Enojo, una crisis sin antecedentes (económica, institucional, mediática, moral porque la pandemia sacó lo peor del ser humano), ¿gravitarán al momento de ensobrar el voto?. Nadie lo sabe. Sospechamos que si hubiere “factor sorpresa” se lo guarda la sociedad para el domingo 12, y no piensa contárselo a ningún encuestador, de allí tal vez surja la abismal disparidad en las encuestas.
“Son 24 elecciones distintas”, nos argumentaba el analista Rosales; “si, pero con un denominador común: aleccionar a los oficialismos, ahora más que nunca”, respondimos a manera de sospecha.
Y hete aquí otro de nuestros interrogantes basado en, modestamente, nuestro ocurrente “estrés post PASO 2019”: ¿Y si el electorado decidiera no esperar a las generales del 14 de noviembre para dar su veredicto?. ¿Y si adelantara el “voto útil” del 14 de noviembre al 12 de setiembre?. En tal caso, ¿qué pasaría con el probable voto anti sistema o anti política?, ¿quién lo capitalizaría?
De todos modos, salvo que algunos resultados sean tan contundentes que nos den la razón “ipso facto” este domingo 12, millares de votos a candidatos que por el piso electoral de las PASO no seguirán a Noviembre, migrarán hacia otro lado.
Estrategias y tácticas.
A excepción del oficialismo, todas las listas opositoras tratan de concientizar a la población de que estamos ante una “definitoria” elección nacional (amén de las locales con boleta única) y orientan sus discursos en consecuencia: impedir que el kirchnerismo consolide mayorías en el Congreso nacional.
Quien resultare más convincente ante el electorado afín, naturalmente resultará ganador. Lo traumático de esta interna es que alguien irremediablemente saldrá cuarto, y solo un ajustado resultado podría llegar a ser excusatorio. Algo parecido a las gubernamentales del 2015, donde Miguel Lifschitz, Miguel del Sel y Omar Perotti terminaron con el tercero a menos de dos puntos del primero.
De tal manera, los cuatro competidores en el surtido Juntos por el Cambio ajustan tácticas para seducir al disconforme electorado independiente: NEO apunta a la territorialidad dirigencial, y últimamente su precandidato Pullaro centró sus críticas hacia la inseguridad, y su valentía para enfrentar a las bandas de narcotraficantes cuando fue ministro de seguridad de Miguel Lifschitz bajo el slogan: “si tuve coraje para aquello, miren si no tendré coraje para enfrentar a Cristina Kirchner”.
Un mensaje más o menos parecido (la valentía para confrontar con CFK en el Senado de la Nación) blanden Carolina Losada y Amalia Granata. Losada desde que sonó la campana, con spot y afiches que hasta merecieron una Carta Documento de candidatos del Frente de Todos, por considerarlos injuriantes hacia la figura de la Vicepresidente; y Granata con las chapas de su encendida verba en el parlamento local.
Basta recordar que Carolina Losada es la pre candidata a senadora nacional del radical Mario Barletta quien va por la diputación nacional, y Amalia Granata comparte boleta senatorial con Federico Angelini del PRO.
José Corral como precandidato a senador nacional, sazona las críticas hacia el kirchnerismo con cierta dureza verbal hacia el gobierno provincial, mas en “off” que en “on”, además de mostrar los blasones de haber sido el último candidato “cambiemita” (a Gobernador, en el 2019) y apuesta – en términos hípicos – a las patas de su primer precandidato a diputado nacional Roy López Molina en Rosario, y lo que considera su holgada diferencia en esta capital, de la que fue intendente dos veces.
En el peronismo, las dos listas prohijadas desde Capital Federal se diferencian desde que nacieron: Agustín Rossi hace del kirchnerismo explícito su bandera, mientras que la “oficialista” acunada por la Casa Gris con el Gobernador Omar Perotti explícitamente a la cabeza senatorial, busca “provincializar” el voto apelando a los logros de gestión. Todo el gabinete está enfrascado en ese cometido.
En definitiva: El “Chivo” Rossi va a la caza del voto duro militante, y Omar Perotti de los independientes. Del porcentaje que se sospeche a priori pueda sacar esta interna, saldrá el ganador.
El tercer frente en disputa FAP, pone sobre las mesas no solo las boletas de Clara García y Rubén “Pechito” Giustiniani como precandidatos a senadores nacionales; sino el liderazgo hacia el 2023, toda vez que detrás de Giustiniani está el intendente de Rosario Pablo Javkin; mientras que Clara García viene a compensar – veremos hasta donde – el liderazgo de su extinto esposo Miguel Lifschitz.
La “novena banca”.
Finalmente los que van por “la novena banca” de diputados nacionales, que su ocupante Luis Contigiani pelea por renovar, están la múltiple campeona de boxeo Alejandra “locomotora” Oliveras (UNITE), Mónica Fein (FAP), y una docena de listas más, entras las que sobresalen figuras públicas como el cantautor Orlando Vera Cruz y el cantante tropical Coty, junto con la tradicional constelación de centro izquierda, partidos de centro y algún “próvida”.
Lamentamos desilusionar a quienes piden encuestas. Las tenemos prolijamente archivadas para darlas a conocer después de las elecciones. A más de uno no lo salvará de semejantes papelones, ni siquiera la evidente indefinición de los encuestados.