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Este domingo el Socialismo está votando sus autoridades, Debora Juarez es candidata a la conducción de la fuerza en Ceres

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El Partido Socialista definirá hoy varias cosas más que sus autoridades: también se medirá el poder interno que tiene cada corriente y se empezará a delinear el rumbo que tomará el PS en los próximos años, tanto en el escenario nacional como en el provincial. En el oficialismo aseguran que los resultados se sabrán en el día y confían en que habrá “un resultado claro”.

Tanto por la presidencia nacional como por la secretaría general provincial la competencia será entre tres. En ambos casos los cargos de la dirección se repartirán de forma proporcional a través del sistema D’Hont y los mandatos durarán dos años.

Casi 121 mil afiliados podrán elegir a los 25 miembros del comité ejecutivo nacional; entre ellos, a la persona que sucederá a Antonio Bonfatti: Mónica Fein, Eduardo Di Pollina o Roy Cortina.

El interrogante es cuántos afiliados irán a votar hoy. En una interna normal, señalan desde el partido, concurre entre el 20 y el 30 por ciento del padrón. A diferencia de lo que sucede en otras fuerzas —por ejemplo, el radicalismo cordobés— en el socialismo no hay un porcentaje mínimo de sufragios que se debe alcanzar para que la elección sea válida.

Por la presidencia

La ex intendenta de Rosario buscará ser la primera mujer en conducir al PS en sus 125 años de historia y apunta a un partido equidistante del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio. “Ambos gobernaron el país, con consecuencias que hoy nos preocupan, como que el 60 por ciento de los niños y niñas sea pobre —dijo Fein a La Capital después de inscribir su candidatura—. El socialismo no quiere acompañar esta confrontación y busca crear una alternativa superadora”.

Fein encabeza la lista Socialismo en Movimiento, el sector que apuntaló las conducciones de Hermes Binner primero y Bonfatti después.

Di Pollina lidera la lista Convergencia Socialista (y es uno de los líderes en Santa Fe de la corriente Bases) y expresa a un sector que se abrió de la dirección histórica. Sus dardos se concentran en dos puntos: el organizativo y el político.

“Necesitamos un proyecto para la organización partidaria distinto del actual —afirmó el ex presidente de la Cámara de Diputados de la provincia—. Nuestro partido necesita de manera urgente retomar su vida orgánica, con la plena participación de los afiliados en sus cuerpos orgánicos y el restablecimiento de mecanismos de decisión política que nunca tendría que haber abandonado. También tenemos que discutir la política de alianzas con responsabilidad”.

Por su lado, Cortina, al frente de la lista Pluralismo Federal, cuestionó la “matriz Santa Fe céntrica” del PS. El legislador porteño advirtió que “el partido tiene una realidad de decrecimiento, de pérdida de relevancia en el escenario nacional”. “En el 2007 el partido tenía once diputados, y hace un año a duras penas entró Enrique Estévez”, disparó.

Desde Santa Fe retrucan que Cortina violó acuerdos del partido al sellar una alianza con Horacio Rodríguez Larreta y deslizan que los porcentajes altos que cosecha en la interna en su terruño se relacionan en buena medida con la existencia de mecanismos que limitan la participación de los afiliados.

Más allá del folklore de la interna, el debate de fondo es cuál debe ser el lugar del PS en un escenario polarizado, y donde hay escaso espacio para que crezca una tercera opción competitiva: el Frente de Todos ocupa el cuadrante centro-izquierdo del espectro político y Juntos por el Cambio domina la representación de los sectores medios. En este marco, cada candidatura prioriza una dimensión diferente: la autonomía (Fein), el eje izquierda-derecha (Di Pollina) y la composición social del electorado (Cortina).

Todas las opciones tienen costos: la irrelevancia en el debate nacional o la subordinación a agendas ajenas. Como diría un ex técnico de Central: son decisiones.

Capítulo santafesino

En Santa Fe, unos 34 mil afiliados están en condiciones de votar al secretario general y los otros 14 integrantes de la junta ejecutiva provincial. También se elegirán 180 comisiones directivas de Centros Socialistas, 171 congresales nacionales y 463 congresales provinciales.

Las listas las encabezan el actual titular del partido en Santa Fe, el diputado nacional Enrique Estévez (Socialismo en Movimiento), la diputada provincial Claudia Balagué (Bases) y el ex dirigente universitario Silvio Mulé (Pluralismo Federal).

Estévez dijo que espera que a partir de hoy “el socialismo pueda trabajar con todas sus energías para continuar fortaleciendo un proyecto progresista en la provincia y apostar a la construcción de una alternativa política a la grieta”.

En el verano, el sector de Bonfatti, Fuerza del Territorio, amagó con presentar un candidato propio si no había unidad entre las distintas corrientes pero al final hubo acuerdo con el sector liderado por Miguel Lifschitz.

Con quienes no hubo consenso tampoco en la provincia es con Bases. “La conducción personalista o de mesa chica no permitió la real participación de los afiliados y las afiliadas, no sólo en la elección sino también en los debates, los lineamientos políticos y la construcción de alianzas —dijo Balagué a este diario—. Es importante la democracia como un ejercicio permanente, que mejora y permite la renovación; muchas cabezas piensan mejor que dos o tres”.

La política de alianzas es un punto particularmente conflictivo en el partido. De hecho, Bases hizo su presentación pública hace dos años con críticas al acuerdo con Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey y un llamado a votar por la fórmula Fernández-Fernández.

En la provincia, la cuestión adquiere todavía mayor centralidad. Enterrada por ahora la posibilidad de un frente de frentes —una iniciativa de la UCR santafesina que alimentó la desconfianza entre los distintos campamentos socialistas— el PS se encamina a liderar (sobre todo, si juega Lifschitz) el Frente Progresista, o el nombre que adopte la alianza.

El desafío de la unidad

En este marco, la unidad del partido se vuelve un activo importante. Para una organización en la que la elección de autoridades por parte de los afiliados fue más la excepción que la regla surfear el proceso sin rupturas es un desafío. Más, cuando los últimos antecedentes de internas terminaron con escisiones: en 1994, Héctor Tigre Cavallero perdió en Santa Fe la pulseada con Binner y se fue a armar el Partido del Progreso Social; en 2010, la dupla Giustiniani-Binner logró más del 90 de los votos frente al binomio que formaban Jorge Rivas y Susana Rinaldi, que expresaban un grupo de socialistas alineados con el kirchnerismo.

Estévez y Balagué confían en que pasada la interna en el partido de la rosa habrá paz.

“El socialismo tiene el desafío de seguir trabajando por la unidad, en el marco de un proyecto político que represente a la gran mayoría de los socialistas”, indicó el legislador.

“Tendríamos que haber madurado como organización política y que una elección democrática no signifique una escisión —consideró la ex ministra de Educación—. Tenemos que estar unidos para pelear la provincia de Santa Fe, que fue la gran pérdida electoral”.

Como marca Balagué, además de una cuestión de principios se trata también de pragmatismo. Con un gobierno como el de Omar Perotti, que enfrenta múltiples crisis (y también el desafío de varias tribus peronistas), si el PS evita los errores no forzados, consolida sus fortalezas y aprovecha las oportunidades que le ofrece la coyuntura puede proyectar un regreso a la Casa Gris en 2023.