La vacunación contra el Covid entró en una etapa de aceleración y descentralización durante las últimas semanas, y de a poco aparece una pequeña luz de esperanza que promete un futuro distinto tras un año y medio de cuidados, medidas de prevención y protocolos. La inmunidad de rebaño, que requiere un 70 por ciento de la población inoculada con al menos una dosis, ya no es un sueño lejano y se haría realidad entre fines de agosto y principios de septiembre. En el medio, aparece la amenaza de nuevas cepas más contagiosas.
Según datos del Ministerio de Salud provincial, Santa Fe lleva vacunadas 1,3 millón de personas con una dosis (la tercera parte ya tiene la segunda), y necesita llegar a 2,5 millones para alcanzar la inmunidad colectiva, pero eso solo sucederá si en ese período entran 15 millones de vacunas al país que garanticen el flujo continuo que requiere mantener el ritmo actual. Antes de la llegada de la primavera, la mitad de ese 70 por ciento de vacunados tendría también la segunda dosis aplicada.
En este marco, aparecen algunas preguntas. ¿Cómo será la vida cotidiana una vez que esto suceda? ¿Qué cuidados se deberán seguir teniendo por un tiempo y qué cosas se podrán volver a hacer? ¿Se puede pensar en una normalidad «como antes» cuando aparecen mutaciones del virus? ¿Qué indica la experiencia en otros países y zonas del mundo? ¿Hay datos que permitan ser optimistas?
«Vacunar y aislar», es el mantra que repite Sonia Martorano. La ministra de Salud de la provincia imagina un panorama en el que seguramente habrá menor letalidad, bajará la ocupación de camas y los casos graves. Pero la gran preocupación son las nuevas cepas, porque el virus muta con distintos niveles de agresividad. «Hace un mes decíamos una cosa, pero de la mano de las mutaciones y la llegada de la cepa Delta, ya no estamos tan seguros», admitió.
La ministra certificó que las tres vacunas que existen en el país son efectivas y tienen acción contra la cepa proveniente de India. Pero la incógnita es ahora «saber por cuánto nos inmunizan, ya que hoy ya se está hablando de una posibilidad de tercera dosis de los primeros vacunados en diciembre y enero, que fueron médicos», dijo Martorano.
Hoy, para la funcionaria, «es urgente aislar todos los que ingresan», porque a Ezeiza llegan 1.500 personas por día (el nuevo DNU del presidente lo limitó a 600) desde afuera del país. Las personas deben tener un PCR negativo antes de viajar desde destino, y en el aeropuerto les hacen un test de antígenos. Si da positivo lo mandan a un hotel a hacer cuarentena, y si pasan el test en Santa Fe tienen que aislarse 10 días y hacer un hisopado luego de una semana. «Se hacen visitas aleatorias para controlar que cumplan. Pero hace falta responsabilidad individual, el Estado no puede estar al mismo tiempo en todos lados», reclamó.
Nueva normalidad
Si estos dos elementos se cumplen, igual faltará tiempo para hablar de una vida «normal». «Barbijo vamos a tener que usar todo este año», avisó la médica. Habrá cuidados sin grandes restricciones, pero ciertas costumbres van a permanecer: protocolos que se seguirán sosteniendo porque el virus seguramente va a seguir circulando con casos sueltos «hasta lograr extinguirlo o que quede dando vuelta como otro virus más, como pasó con la influenza», ejemplificó. Y apuntó: «Las pandemias suelen durar dos años, y para ese entonces vamos a llevar un año y medio».
En septiembre posiblemente habrá mayor tranquilidad que en la actualidad, con algunas aperturas cuando se esté cerca del principio de la primavera y suban las temperaturas. Hacia esa fecha también se hará más amable el uso del aire libre, y desaparecerán las enfermedades prevalentes invernales que en 2020 no aparecieron por la cuarentena estricta, pero sí se manifestaron este año con mayor apertura. Pero el riesgo no será cero: «Tenemos casos de vacunados que se pescan la enfermedad. Ha habido mínimos casos graves, pero pueden contagiar», advirtió.
Martorano reveló que no sacan el ojo de lo que ocurre en España e Italia, ahora que empezó el verano los europeos se sacaron el barbijo y abrieron el turismo, para ver cómo lo transcurren y que problemáticas tienen. En cuanto a espectáculos masivos, primará el sigilo: «Si allá los estadios con vacunación y aire libre no traen problemas, lo podemos adoptar», dijo. Bares y restaurantes van a poder funcionar al 50 por ciento o más como durante el verano pasado. Boliches es más difícil: «El año que viene, a mitad del verano, en febrero quizás», adelanta.
En cuanto a las reuniones familiares, seguramente se amplíe la burbuja para posibilitar los encuentros: «Ya están los abuelos vacunados, y algunos padres, solo nos faltan los hijos. Eso permitirá juntarse», especificó. En este panorama, puede pensarse un Día de la Madre, a mediados de octubre, con una comida en familia: «Anhelo que podamos abrazar y darles un beso a nuestros padres. Es probable que nos podamos juntar las tres generaciones si estamos vacunados y si no entran las nuevas cepas, ya que nos tiran todo para atrás», alertó. Esto es básico para poder salir de la pandemia: «Puede ser que estemos mejor, pero vamos a tener que seguir con muchos cuidados», manifestó la ministra.
Clases y vacunación en niños
En un panorama con el 70 por ciento de la población vacunada en septiembre que hoy parece posible, la ministra de Salud de Santa Fe cree que en las escuelas se podrán juntar las burbujas y cursar con presencialidad plena, ya no dividiendo a los alumnos en grupos con alternancia entre clases virtuales y en las aulas intercaladas de forma semanal.
«Los docentes están vacunados, pero hay que tener inmunizados a los contactos que son la familia, padres y tíos. El ámbito interno está armado, pero lo complicado es la circulación y lo que se genera en las puertas», admitió. En ese sentido, la experiencia de Israel, donde hubo un rebrote en escuelas tras quitar la obligatoriedad de los barbijos, «nos vuelve a marcar que hay que trabajar muchísimo en aislar, porque fue la cepa Delta la que ingresó e hizo un estrago», señaló Martorano.
Por el momento, el plan de vacunación en el país es de 18 años en adelante, y los menores aún no están contemplados. Sin embargo, la ministra indicó que otros países ya están empezando a vacunar, primero de 16 a 18, y después de 12 a 16 años. «Nuestras vacunas aún no están habilitadas, pero eso eventualmente va a llegar, como llegó para los mayores de 60. De todos modos son edades que no tienen enfermedades graves, pero contagian igual porque pueden ser portadores», explicó.