El flamante gobernador electo integraba las filas del Movimiento Popular Neuquino (MPN) pero cuando le impidieron competir por al candidatura en el seno de esa corriente decidió crear su propio frente, una alianza multipartidaria. Rolando Figueroa, 54 años, tiene una frondosa carrera política en su provincia, donde fue legislador y vicegobernador, y actualmente representa a Neuquén como diputado nacional.
Para presentarse por fuera del MPN, creó un partido nuevo, Comunidad y convocó a dirigentes de todos los sectores, incluso de los extremos de la grieta. En su “gran acuerdo neuquino” sumó a referentes de casi todo el arco político provincial.
En su campaña, convertido en dirigente opositor, Figueroa declaró que iba a competir contra el “modelo clientelista y obsoleto” de la Lista Azul, oficialista, que llevaba como candidato a Marcos Koopman, quien contaba con el apoyo del actual gobernador, Omar Gutiérrez. El desafiante Fiqueroa vinculó a esa lista con “las familias del poder” y dijo que el MPN se había quedado “con el sellito vacío”.
Figueroa nació el 14 de abril de 1969 en Andacollo en el seno de una familia afincada desde hace mucho tiempo en Neuquén. Es contador público (Universidad Nacional del Comahue), con un posgrado en Tributación. Desde 1994 tuvo distintos cargos en la función pública y en 2007 fue elegido diputado provincial.
En mayo de 2011 triunfó en las elecciones municipales de la localidad de Chos Malal, de la que fue intendente hasta el año 2015, cuando resultó electo Vicegobernador de la Provincia de Neuquén, cargo que desempeñó hasta el año 2019.
Figueroa dijo que representa el descontento de muchos simpatizantes del Movimiento Popular Neuquino al ver que éste fue transformando “un modelo de progreso, de desarrollo, de una provincia que era ejemplo en la Argentina, en un modelo clientelista”, que quedó “obsoleto”, que sólo “responde a las familias vinculadas al poder”. Según él, eso explicó el que “muchas fracciones” del MPN se apartasen y le pidieran enfrentar al oficialismo en la elección.
También precisó que su alianza rompió los espacios nacionales, porque algunos referentes provinciales se alinearon sin seguir la tendencia de sus fuerzas. Subrayó que la suya era “una gran alianza por Neuquén”, un “frente provincial”, conformado por gente que pensó “que era el momento de poder cambiar, de generar una alternancia en el poder en la provincia”, alternancia que “antes se daba siempre dentro del propio partido”, pero que “hoy hace años que no existe”.
Ante este panorama, explicaba, “los frentes nacionales se partieron, el PRO, Nuevo Compromiso Neuquino, el radicalismo, nos vinieron a acompañar, sin sello”, y también desde “el lado del Frente de Todos, muchas agrupaciones peronistas buscaron algunos partidos provinciales para poder participar”, además del Partido Socialista.
Figueroa reivindica los preceptos fundacionales de Felipe Sapag, que asegura han sido abandonados por el MPN. También apuntó contra la situación económica, asegurando que los neuquinos son “ciudadanos de segunda” en su provincia. “El gas y el petróleo sale de nuestra provincia, se vende a distintos lugares del país y al resto del mundo, pero miles de neuquinos no tenemos gas. Y con el petróleo también pasa exactamente lo mismo, terminamos pagando el transporte mucho más caro por tener solo una destilería muy chica en la provincia”, señalaba. Por lo que afirmaba que para cambar eso había que tener “políticas públicas” que permitan “producir e incrementar el valor en origen”.
Denunciaba la crítica situación social de la provincia, con “récord de pobreza, 38,4%”, un aumento del desempleo de 20% en el conglomerado urbano. “Hay tres generaciones que no conocen lo que es tener un trabajo genuino, teniendo a Vaca Muerta; hay tres generaciones que viven bajo un mismo techo porque el Estado no ofrece créditos”, ni construye viviendas, pese a un déficit habitacional de 70.000 viviendas.
Como tributarista no podía dejar de referirse al tema: prometió buscar una armonización tributaria y una rebaja de impuestos. Entre las distorsiones a resolver, señaló que “la salud paga una alícuota más cara que las empresas vinculadas a los hidrocarburos”.
Pese a sus críticas, rescató algunos elementos de la gestión del que ahora es su predecesor, el gobernador saliente, Omar Gutiérrez, como la seguridad jurídica, que habilita las inversiones a largo plazo y la política de hidrocarburos.
En lo concerniente a Vaca Muerta, el gran tesoro de la provincia, se mostró prudente: “Hoy, el desarrollo de Vaca Muerta recién se está iniciando, pero tiene muchísimo para dar, es la usina de la República Argentina y una de las más importantes que va a tener el mundo, por eso tiene un rol estratégico y preponderante en el desarrollo de nuestro país, equilibrando la balanza de pagos pero, a su vez, generando energía”.
También expresó su deseo de que la grieta pueda superarse a nivel nacional, como se hizo en la provincia con el frente que construyó, aunque puso la responsabilidad en la cabeza de los dirigentes. “Ojalá que la dirigencia política del país también tenga un crecimiento y ojalá que las grietas se puedan eliminar para poder construir un país que tiene todo para poder crecer, pero me parece que necesitamos que la dirigencia sepa que mediante el diálogo se construye y se puede proyectar mejorar la calidad de vida de los habitantes de la Argentina”.
Figueroa pronosticaba hace una semana la caída de un régimen, de un statu quo; hasta habló de un “feudalismo”, que conoce bien ya que fue parte de él. Queda el desafío de ver si su disidencia es de fondo y no sólo de forma. Haber ganado las elecciones es sólo un primer paso. Deberá mantener unido y armonizado el frente heterogéneo que convocó en torno a su candidatura y luego demostrarle al electorado que esto no ha sido un cambio para que nada cambie, sino el inicio de un nuevo camino.
Fuente de la información Infobae