El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, analiza en estas horas la posibilidad de obligar a los bancos a permitir que sus clientes distribuyan en cuotas el próximo vencimiento de sus tarjetas de crédito en cuotas. También, que se otorgue un plazo de algunos meses de gracia. Y que los saldos impagos que surjan de esa prórroga se financien a una tasa menor al 49% de tope que existe hoy.
Según pudo saberse, el esquema no está definido. Pero el objetivo es “dar aire” a los saldos vencidos e impagos del próximo lunes. Hasta ese día está pospuesto el cobro de los saldos de tarjetas de crédito, como resultado de las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio que impuso el Gobierno por decreto.
Entre las alternativas que se barajan está la de dar 3, 4 o 6 cuotas a todos los que tengan vencimientos de tarjetas a partir del lunes. También un plazo de gracia sin pagar, que podría ser de algunos meses.
Por último, se analiza la tasa que van a poder cobrar los bancos durante el tiempo en que sus clientes se financien retrasando o pagando en cuotas ese saldo. Hoy, la tasa máxima que pueden aplicar las entidades es del 49%, según una norma del propio Central de este mismo año. Dado que la opción de dividir saldos impagos siempre existe ante cada vencimiento y ese es el costo financiero que aplican los bancos a esa opción, la intención oficial es que la tasa se algo más baja -aunque cercana- a ese máximo.
Con todo, si se mantiene la misma tasa por “revolving” que cobran los bancos en la actualidad por dejar parte del saldo impago, al incorporar algún plazo de gracia la tasa efectiva se reduce.
A pesar del feriado de Semana Santa, el titular de la autoridad monetaria tiene la posibilidad de dictar resoluciones con la firma de apenas dos directores de la entidad. Es porque lo permite el artículo 11 de la Carta Orgánica en situaciones de emergencia. Es por eso que, según fuentes allegadas a la decisión, hoy mismo se decidirá si la iniciativa ve la luz.
El stock de crédito con tarjetas alcanzaba los $594.276 millones el 3 de abril último, un nivel nominal similar al que alcanzó en los primeros días de marzo y febrero. Esa cifra incluye consumos pagos con plásticos cuyos resúmenes todavía no vencieron, los montos de cuotas futuras aún sin pagar y saldos impagos -por ejemplo, lo que sobra al hacer el pago mínimo-, y habitualmente retrocede al inicio de cada mes cuando los usuarios cancelan sus resúmenes.
El financiamiento con tarjeta no creció de una manera llamativa durante los días de aislamiento social preventivo y obligatorio, fueron $35.000 millones contra $38.000 millones en los mismos días de febrero y marzo. Sí, en cambio, se disparó el financiamiento a empresas en los días de cuarentena, por la caída de la facturación dado el parate económico.
Pero ante la caída de los ingresos de trabajadores independientes y cuentapropistas, más las dificultades que sufren las empresas para los pagos de sueldos, el objetivo oficial es suavizar el vencimiento de las tarjetas de este mes para dejar más ingresos disponibles para otros gastos esenciales.
El financiamiento con tarjetas es el más relevante para el sector financiero local. El saldo de casi $600.000 millones no es igualado por ninguna otra línea de préstamos. Los que más se le acercan son los préstamos personales, con algo más de $400.000 millones colocados. Es, si se quiere, el principal negocio por volumen de los bancos argentinos.