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Educación Especial: compartir y debatir experiencias de inclusión

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La inclusión de chicos con discapacidad en las escuelas de nivel requiere de la construcción de una «cultura inclusiva», de revisar la organización del tiempo y la estructura escolar así como de políticas acordes al nuevo paradigma. Fundamentalmente es un proceso y, como tal, en el camino van surgiendo dificultades, necesidades, experiencias frustrantes y otras exitosas. Muchas de ellas se compartieron y pusieron en común en un encuentro convocado el pasado jueves por la Defensoría del Pueblo de Santa Fe en la sede de los empleados legislativos.

El taller «Repensar la escuela: educación inclusiva y discapacidad» comenzó con una exposición de las especialistas Marta Giuggia de Stratta y María Elena Festa, quienes abordaron algunos ejes teóricos centrales de la educación especial. Tras escuchar la charla, los asistentes se dividieron en mesas de trabajo y debatieron en base a consignas. Había docentes de distintos niveles, directivos, docentes de apoyo/especiales, padres o familiares, profesionales de equipo técnico, acompañantes terapéuticos, entre otros.

Una de las cuestiones que planteó Giuggia de Stratta es que la inclusión es «un proceso que requiere su tiempo». Otra es la necesidad de modificar la organización escolar para realmente incluir a los chicos con discapacidad. «La escuela responde a una historia de gradualidad: los de seis años van a primero, los de siete a segundo. Hoy no podemos seguir hablando de eso. Si nosotros estamos reconociendo las características de todos los alumnos, que no todos tienen la misma capacidad, la misma motivación, entonces eso debe generar una organización distinta de la escuela. Será por edad, será por contenido, será por intereses, por proyectos, por talleres. Esa es la organización que se le tiene que pedir hoy a la escuela», consideró.

Cuando se habla de inclusión, suele haber mucha catarsis, quejas de los docentes de las escuelas de nivel (o comunes) en cuanto a que no pueden con todo; con el grado y con los chicos incluidos. Consultada al respecto, Giuggia de Stratta dijo que hay que incorporar en las escuelas la palabra «incertidumbre». «No podemos saber todo de todo, pero sí tenemos la obligación de informarnos: ¿Qué es lo que tiene este niño?», introdujo.

Luego avanzó sobre esa cuestión y trazó una diferencia entre lo que es la «deficiencia», la «discapacidad» y la «desigualdad». «La deficiencia es decir: esta persona tiene una ceguera o una sordera; obviamente que es una lesión en una de sus funciones vitales, orgánicas y funcionales. Pero sí la va a poder superar, o sea, podrá avanzar según el contexto, la exigencia y/o posibilidades que le brinda ese contexto. Entonces, ahí hablamos de una discapacidad en relación al contexto y al desarrollo de la persona. Y la desigualdad es tratar a todos iguales cuando sabemos que todos somos diferentes; esa ya es una cuestión de discriminación social».

¿Cuál es la situación hoy?
La especialista es profesora en Ciencias de la Educación, doctorada en Humanidades, posgrado en Educación Diferenciada y ex directora de Educación Especial del Ministerio de Educación de Santa Fe. Sobre los talleres propuestos por la Defensoría, indicó que la idea es que los participantes pongan en palabras lo que pasa en la escuela para saber cuál es el estado de situación de la educación especial y la inclusión hoy en la provincia. «¿Qué pasa al interior de la escuela hoy? ¿Se niega, se acepta, se rechaza, se pone a estudiar?. Porque realmente hay padres que se arrogan el derecho -que lo tienen, es cierto- de elegir la escuela para sus hijos, pero tal vez esa institución se siente débil o no tiene la fortaleza para decir, nos vamos a preparar para recibirlo. A esto también hay que revisarlo», sugirió.

Por su parte, el defensor del Pueblo, Jorge Henn, dijo a El Litoral: «Hay mucha demanda en la Defensoría con relación al tema de discapacidad en la escuela y tiene que ver con esta tensión entre la educación especial y la inclusión de los chicos en la educación común. Hay un proceso hacia la educación inclusiva que ya tiene algún tiempo de recorrido y la idea es generar un espacio con los actores del sistema y ver cómo está funcionando y en qué se puede mejorar».

«Las defensorías tienen que ser observatorios de la política pública. Y en educación especial la idea es tender puentes, no barreras, escuchar a todo el mundo. La expectativa es generar insumos y herramientas que la Defensoría va a poner a disposición de las gestiones de gobierno, tanto la actual como la que viene», indicó Henn. Y recordó que recientemente se firmaron convenios conjuntos entre la Defensoría del Pueblo de Santa Fe y el Instituto de Estudios Avanzados del Litoral (IEA) de la UNL para ir trabajando en el monitoreo de indicadores educativos «que no son buenos», evaluó.

«Un lugar que aloje a todos»
María Fernanda Caglieri es directora de la Escuela de Apoyo a la Inclusión del Colegio La Salle y participó del encuentro de la Defensoría. Ante la consulta de si la inclusión a la discapacidad sigue siendo un tema de discusión en las escuelas, señaló: «Sí, en este momento es un tema que está atravesando fuertemente a todas las instituciones escolares porque, desde el nuevo paradigma de la inclusión educativa, las escuelas están llamadas a repensar su función, su rol, su respuesta educativa a todas las personas, incluidas las personas con discapacidad, entendiendo esta inclusión como un proceso que busca minimizar y eliminar barreras para que realmente la escuela pueda ser el lugar que aloje a todos».

Caglieri indicó que esto implica un proceso que tiene sus etapas y necesita ser acompañado desde diferentes instancias. «Todos tenemos que ir transformando los modos de mirar, los modos de entender algunas situaciones y de ir acompañando a muchos niños con condiciones que realmente necesitan una mirada muy particularizada, tanto ellos como sus familias. Y eso es lo más complejo de entender al interior de las escuelas». Además, aportó que son «procesos subjetivos», que atraviesan tanto a las personas como a las instituciones desde lugares muy diferentes y requieren ser transitados cada cual en sus tiempos.

La directora admitió que tanto el «no poder con todo» como «la falta de capacitación» son dos quejas que se escuchan mucho de parte de los docentes. «No es algo que haya que negar, es algo sobre lo que hay que poder trabajar en este momento. En realidad los nuevos modelos, las nuevas formas de participación, lo que nos piden es poder hacerlo tejiendo redes, trabajando colaborativamente, de manera que ya nadie se sienta solo y que podamos repartir las responsabilidades», opinó.

«Privación lingüística»
Por su lado, una profesora de Sordos e Hipoacúsicos, que integraba el taller de docentes especiales, señaló que la mayor dificultad que tienen es que «los chicos sordos están teniendo una privación lingüística debido a que no pueden desarrollar su lengua materna, su lengua primera, que es la Lengua de Señas Argentina, y que es la base para después tener un lenguaje que le va a permitir procesar sus aprendizajes, el pensamiento, etc».

Según indicó, esto ocurre porque «sacaron todo lo que es el horario y la escolaridad que tenían en la Escuela Especial. Siempre hemos tenido proyectos -antes de integración, ahora proyectos de inclusión- pero siempre se respetaba que ellos pudieran adquirir su lengua dentro de la escuela especial, con sus pares sordos, con sus instructores sordos y donde circula la Lengua de Señas. La mayoría son hijos de padres oyentes, en donde si ellos no adquieren su lengua en la escuela especial, no la van a adquirir en otro lado».

Con información de El Litoral