Trasuntan tiempos de paz, amor y felicidad. Pero eso acabará cuando se apaguen las luces del gran árbol ceresino y comience una nueva etapa pre electoral en la ciudad. El cierre de año dejará atrás un periodo de tensiones leves y parsimonia entre Ejecutivo y Legislativo local. Cada uno hará su balance propio cuando llegue el momento de despedir el año con la última luz del 2020.
En este periodo, que entró en su etapa final, la política debió dejarle, muchas veces, espacios a la moderación y el desencanto.
El Concejo ha tenido un rol «desencontrado» en muchas ocasiones con el gobierno. No pudo lograr «someter» a decisiones desubicadas por tiempo y propuestas al Ejecutivo, y eso particionó en varios bloques el poder legislativo. Incluso la autocrítica del propio Concejo está muy lejos de ser la más coherente. Este está lejos de ser el Concejo de las propuestas superadoras, mucho menos de ser eficiente en su rol, que no es otro que el de legislar. En el Gobierno se lo hicieron saber a partir de los vetos.
A algunos Concejales les molestó demasiado que el Gobierno imponga todas las condiciones en un contexto dificil.
El pulso de la realidad fue erosionando las estrategias con los que cada uno se sentó en sus cargos o bancas el 10 de diciembre de 2019.
Por eso las discusiones más tensas se dieron en el comienzo mismo de la gestión. Aquel inicio, aun sin pandemia, los expuso a los Concejales a su primer choque con el Gobierno. El conflicto de los «44», una discusión netamente política dividió las relaciones e incluso tuvo desafortunadas intervenciones por parte de algunos ediles, los cuales mostraron sus primeras armas contra la gestión. No fueron moderados en su proceder, y el viejo argumento, archi conocido de la justicia social, y el bla bla bla, de siempre los terminó dejando expuestos ante una marea que se hizo incontrolable. Si el Gobierno retrocedía en aquella decisión iba a mostrar una flaqueza política que podría haberlo sometido en su primer año de gestión, a las consideraciones de los prepotentes.
Aquella pulseada le dio al gobierno su primera confrontación política que se quiso desde el Concejo «vender» como la que dividió la ciudad, cuando eso estuvo largamente lejos de concretarse. Nunca se dividió la ciudad, los ceresinos dieron un primer gran respaldo al Gobierno. Eso fue intolerable para los concejales del PJ y el Vecinalismo.
Sin tener espadas políticas sólidas en el gabinete, aquel primer enfrentamiento de poder, le dio a la gestión de Dupouy sus primeras razones para tomar decisiones que en plena pandemia sujetaron el embate de los concejales opositores.
No habia espacios para los débiles. Desde el Concejo intentaron acicalar imponiendo condiciones en plena pandemia, y resultaron ordenanzas todas a destiempo y desubicadas que fueron ganando veto tras veto.
La erosión de los bloques fue tanta, que definitivamente las aguas llevaron a divisiones prácticas y encolumnamientos firmes. Todo esto se «develó» en la repartición de cargos hace pocos días, donde se confirmaron posturas de quienes estarán en una fila y quienes estarán en otra.
Al gobierno no le hizo mella que el PJ tome posición suprema en el Concejo, incluso la primera lectura que hizo de la reelección de Fiore fue de visto bueno. A pesar que Dupouy pretendía que Maza, un concejal del oficialismo, presida el Legislativo por cuestiones lógicas de sucesión en caso de la Intendencia tener que quedar en manos de un Concejal; no le quitó méritos a la reelección del Concejal Fiore. El presidente, que tuvo que lidiar en el momento más álgido con buenos y malos, siempre se mostró en tono conciliador. Lo que no puede corregir el presidente es su lectura sobre aquel conflicto de los 44 trabajadores. El Presidente sigue insistiendo que aquel conflicto pudo haberse evitado, pero no dice nunca que se podría haber evitado antes, cuando el ex Intendente empezó a usar la lapicera de manera intempestiva y a repartir cargos de planta permanente a quien se lo pidiese. Ahi recae uno de los problemas de lectura que ha tenido el presidente del Concejo durante todo este año.
Le ha costado asimilar aquella derrota política. Tal vez, desde el propio PJ, le cuestionaron en su momento no avanzar más con aquella medida, que como siempre lo hace el peronismo, intentó vender como el avasallamiento a las condiciones laborales de trabajadores.
Con esto en el pasado, el concejal ha demostrado ser conciliador. Incluso su vínculo con el gabinete de Dupouy no es malo, todo lo contrario. Cada vez que ha citado a los secretarios todos han ido a dar explicaciones en persona, sin papeles de por medio. Fiore, a pesar de su ideología, o de su convicción, no es considerado «el legislador que vaya a poner palos en la rueda al gobierno».
Lo llamativo en este contexto de acercamiento, es la decisión de Fiore y su bloque de respaldar al bloque vecinal para la vicepresidencia del Concejo. Ese cargo era como mínimo para un Concejal del oficialismo. Pero hubo devolución de gentilezas y se lo entregó a la Concejal que más «contradicciones» ha tenido en todo este tiempo. Guirado está muy lejos de ser un concejal con una mirada conciliadora, sino todo lo contrario. Es la verdadera «opositora» a todo lo que involucre al gobierno. Desde aquellos meses de transición en 2019, cuando se alejó de las huestes del partido que la llevó a ocupar una banca en el Concejo, su objetivo ha sido «cuestionar» para buscar imponer su mirada y sus pretensiones. A pesar de que en varias ocasiones acompañó resoluciones o leyes impartidas desde el ejecutivo, siempre ha sido un concejal «confrontativo». Su intención manifiesta, a pesar de lo que diga en público, es «acicalar» al gobierno. Imponer «cogobernabilidad», y pretender que todo lo que se implemente lleve su firma. Tal vez, esto haya sido producto del «rencor y la bronca» que no pudo alivianar en su primer año como Concejal. No tenia experiencia política antes de este 2020, y su vínculo con ella era solo la de periodista, profesión a la que «defenestra» cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo, principalmente con aquellos medios que no le celebran sus intervenciones. No se muestra tan «democrática» como sostiene ser ella misma, cuando desde un sector de la prensa, le cuestionan sus propuestas o sus análisis de realidad. Desde el sector más áspero del PJ, son los únicos que le celebran su rol, incluso se lo ponderan por encima de lo que hacen los propios concejales del partido. En ese peronismo más confrontativo, que aun busca algún protagonismo, ven en Guirado su espada más sólida para cuestionar las determinaciones del Gobierno. Esta lectura del PJ sobre el rol de Guirado en el Concejo, es muy contradictorio a la mirada que tenian sobre esta mujer, en la campaña de 2019 cuando se habia convertido en la denunciadora serial de hechos de corrupción del gobierno anterior. En el mismo Pejotismo, que hoy la aplaude, parecen haberse olvidado de aquellas intervenciones mediáticas de la hoy Concejal.
A meses de aquello, el jueves, le devolvieron gentilezas por su enfrentamiento constante con el oficialismo. En el 2021, año electoral, ese cuestionamiento crecerá y su relación con el PJ sera más fluida de lo que es. En el Ejecutivo empiezan a medir las consecuencias de esa vicepresidencia. Lo harán primero con el tratamiento del presupuesto 2021, una ley que probablemente llegue a votación los primeros dias de enero en extraordinarias. Más adelante, cuando las excusas sean reemplazar al presidente en la imposición de agenda con temas a tratar en el Concejo, las diferencias se irán marcando más notoriamente.
Habrá campaña política, tal vez sin elecciones PASO, y las posiciones de unos y otros serán evidentes. No habrá lugar para débiles, ni para improvisados. Por lo menos las cartas de cada uno, ya han sido mostradas, y la vereda en la que está parado cada Concejal, también.
Martin Farias