Alarman los números de infectados, de la aparición de más casos de los previstos, o de los amigos y amigas que transitan un aislamiento de medio mes, porque la pandemia los ha puesto en stand by.
No será nuevo cada vez que las cifras de contagios se disparen, eso también será parte de la «nueva normalidad». Las cifras de contagios de las últimas dos semanas en Ceres han potenciado los números concretos. Pero todos sabemos que tampoco serán los últimos, mucho menos que se frenará de un día para otro el contagio del Covid.
Las armas que se han ido buscando para pelearle a este enemigo invisible se han ido diluyendo con el paso de los días. Los confinamientos estrictos ya no existen, como tampoco existió la «cuarentena» como nos acostumbramos a llamar a esas restricciones impuestas al momento de decidir quienes abren o quienes cierran. No hay medicación efectiva, ni soluciones o pociones mágicas contra el Covid. El enemigo se ha hecho fuerte, y movió las estructuras que teniamos aceitadas desde hace centenios. Nos parece dificil aceptar que se nos exija quedarnos en casa cuando todos están afuera, o que tengamos cuidado de encontrarnos más de 10 personas, porque si son 11, el virus es más letal. Todo esto que se ha ido haciendo a medida que fueron pasando los meses, ya sabemos que resultaron ser efectivas en su momento, pero ese momento ya pasó. Y claro que es sostenible que atendamos los verdaderos protocolos, los más certeros, para que esta «nueva normalidad» no nos pase por arriba. Hay tres elementos claves en esta pelea, el barbijo social, su buen uso, el lavado de manos frecuente, y la distancia social.
Estos tres artilugios aparecen hoy en todo el planeta como las armas más efectivas, rudimentarias tal vez, pero necesarias para poder mantenernos sanos en una pandemia de la que nadie sabe nada, pero nadie. No solo los más grandes cientificos de esta era se han tenido que adaptar a las condiciones que impone este coronavirus, sino el planeta mismo.
En Ceres somos menos habitantes que en otras grandes urbes del pais, y del mundo. Los casos se cuentan por promedio de población, y es real que ese promedio hoy está lejos en nuestra ciudad de ser el más pretendido. Y eso tal vez tenga directamente que ver con nuestras costumbres más arraigadas y nuestros descuidos. El ser una población menor da ventajas, pero también nos pone en muchas dudas cuando se desata la marea de casos. Estamos en los dos extremos. Creemos que esto nos va a pasar por arriba, y nos matará a todos. Tal vez el pánico nos impide ver que en siete meses algo nos ha enseñado el virus.
Entender que debemos convivir con las nuevas situaciones, las mismas que teniamos como costumbre hasta marzo, es prioritario. Como convivir con un virus que ha matado familiares de amigos, o pone en serio riesgo al sistema sanitario que no tiene camas, ni sosten humano para afrontarlo, es el desafío que debemos imponernos. No será la vacuna la que solucione todos nuestros grandes males. La vacuna cuando aparezca efectiva, tal vez marque el final de la pandemia, pero no del tránsito del Covid. Y es aqui donde debemos concentrar los esfuerzos. Tratar de buscar en el barbijo, la distancia social, el lavado de manos, y menos concentraciones masivas, el auxilio ante la permanencia del virus entre nosotros.
Ya no hay vuelta atrás, porque las soluciones de los comienzos, ya no solucionan los problemas del presente. Lo que pasó ya quedó en el pasado, son parte del libro que la humanidad escribirá como antecedentes cuando tenga que hacerlo. Se vienen dias de cambios rotundos, la vuelta de los colectivos, la baja de controles estrictos en los pasos interprovinciales, la salida poco a poco de las familias en automóviles por las rutas, los encuentros de jovenes, la interrelación de personas de distintas partes del mapa nacional, y eso no debe verse como un espanto o el inicio del final de los tiempos, sino que debe obligarnos a ser más responsables con nuestro cuidado personal. Se nos ha exigido pocas veces en esta era que seamos responsables, porque no vinimos al mundo y nos enseñaron como enfrentar una pandemia. Lo fuimos aprendiendo a medida que fueron transitando estos largos 7 meses. Y habrá que alentar desde nuestra propia responsabilidad que tener clases presenciales no sea visto como descabellado, o que una boda o cumpleaños con menos gente que antes, pero fiesta al fin, esten dentro de las actividades permitidas en los próximos días. Ya nada tiene que aterrarnos, debe servirnos para extremar nuestros propios cuidados, convivir con el Covid es la próxima etapa del libro, el próximo capítulo, y ya estamos viviendolo.
MARTIN FARIAS.