Aunque parezca un cuento largo, muy largo, y lejos de acabarse, la cuarentena, confinamiento, o aislamiento preventivo por el Covid 19, cumplió seis meses a todo vapor.
No hace falta recordar aquel 20 de marzo, cuando desde presidencia de la nación, se llamaba a una cuarentena obligatoria para que tengamos tiempo y espacio, para solidificar la pelea contra un virus que habia nacido en una ciudad que jamas antes se habia escuchado mencionar, Wuhan.
Pero no solo aquel 20 de marzo será recordado como el inicio del confinamiento más largo de la historia impuesto en un pais, sino porque Ceres ya habia arrancado el 15 de marzo, 5 días antes con una cuarentena estricta, y donde solo podia salirse a comprar alimentos, medicamentos, o alguna herramienta a una ferreteria.
Hace 6 largos meses que las cosas ya no fueron parecidas hasta lo que vivimos en nuestras vidas. Se apagó la noche, se fueron diluyendo ilusiones, y aquello de no ir a la escuela pasó a ser algo de todos los dias. Hace más de medio año que Ceres y el pais están «entre el dia a dia, y las posibilidades futuras denominada post pandemia».
Cuesta aún, poder dilucidar como será el día en el que la humanidad empiece a andar con el Covid 19 dando vueltas, pero sin el peligro al que hoy somete a partir de no haber encontrado un tratamiento acorde para los convalecientes.
Antes de que la ciencia descubra un tratamiento especifico para tratar a los enfermos, la ciencia sostiene que aparecerá una vacuna. Pero no será la solución definitiva, y a eso lo explicamos en otra columna similar a esta. Pero para repasarla, no todas las personas podrán acceder a la misma, por lo menos en un corto plazo. Pero eso será para evaluar cuando realmente esté esa protección por la que varios paises pelean.
Hace más de medio año que todo ha cambiado, nos cuesta considerarlo como un cambio sólido del dia a dia, pero este se ha ido dando a medida que han ido transcurriendo los dias, semanas, y meses.
Hace pocos dias atras, expertos en el ámbito de la salud opinaban que «las medidas de aislamiento a las que se sometía el mundo eran pensadas para no más de 40 días, asi se denomina una «cuarentena». Pero pocos pensaban que la única salida era la de resguardar a la humanidad en cuatro paredes hasta tanto no haya una vacuna. Nadie lo pensó, ni siquiera la mente más negativa desde lo científico.
Y acá estamos, seis meses de aislamiento, vaivenes, muertes, enfermos, y falta de respuestas. Lejos está en nuestro pais, y en nuestra provincia de aplanarse la famosa curva de contagios. Todo lo contrario, las cifras cada vez son más desalentadoras, y pintan un panorama muy sombrío para los últimos meses de un año 2020 que tranquilamente podrá ser borrado de la historia, y nadie lo extrañará.
Cada vez cuesta más sostener a la población confinada. Para tomar como referencia, Ceres afrontó dos etapas duras, la primera mas que la segunda, conocidas como fase 1. Pero eso marcó el termómetro de que la cosa ya no sería sencilla para adelante. Ya habia indicios claros que retroceder a una fase de confinamiento total sería un fracaso absoluto. Y es lo que se está viendo en ciudades donde se los manda a la casa, pero la gente sale a la calle. Y no lo hace, como sostienen algunos, por rebeldia, o por ser anti. Lo hacen porque la humanidad nació libre, y se sostiene a partir de un empleo, una changa, o por un emprendimiento comercial propio. La realidad ha demostrado que aquello de la «salud primero, la economía después» no era lo lógico. No hubo diagnóstico precoz de como pintaba la situación en el conjunto de la población. No es lo mismo el ciudadano del sur del pais, al del norte, o al del centro. Eso quedó claramente demostrado en la realidad, que hoy, a seis meses estamos notando. Más contagios, más gente en las calles. Pero no divirtiendose o viajando a sacarse fotos a los lugares del turismo nacional, todo lo contrario, la gente sale a buscar el «peso». Y eso no fue contemplado en los primeros meses de la cuarentena. Fue fácil desde un escritorio mandar a la gente a su casa, y sin proponerle otra alternativa. Por eso es que la economía y la salud nunca se enfrentaron, la quisieron enfrentar los dirigentes, no la población.-
Hubo errores claros de diagnóstico en cuando tendríamos el pico de contagios, y medirlo con las consecuencias lógicas, de cuanto tiempo podía permanecer la gente encerrada. No hubo precisiones, y pasó lo que pasó. La gente se hartó de estar quieta, ver como la realidad le carcomía lo que por años fue su sosten de vida, o se les escurría entre los dedos su empleo, porque habia que achicar el costo para seguir. Los esfuerzos de la Nación alcanzaron para un grupo importante de la población con las asistencias económicas o los planes de ayuda, pero solo para suplir los ingresos exiguos desde antes de la pandemia. Incluso muchos de esos benificiarios decidieron cobrar, invertilo en un emprendimiento y entrar al ruedo. Pocos se quedaron en casa, solo cobrando el plan.
La calle, no es la culpable de que los contagios sigan subiendo a pasos agigantados, se han combinado una serie de imprecisiones, que cotejadas con la realidad, expusieron mucho más las desaveniencias.
Quedan pocos meses para acabar el 2020, y esperar más esperanzados el 2021. Pero eso no quita que los latigazos a los que nos sometió este año, no haya que apaliarlos en los años venideros. La cuarentena, asi nos acostumbramos a llamarla, será la más larga de toda la historia reciente. Y mientras sigamos con muchas empresas todavía sin actividad, el confinamiento estará vigente. Cuesta imaginarnos la post pandemia, o como será para adelante, la vida que hasta marzo, considerábamos como normal.
Las famosas reconversiones ya se viene dando y a pasos acelerados, las costumbres han ido cambiando, y lo que todavia queda en la resistencia de las ideas deberán ir modificándose. Por ahora se sigue en la pelea, por los respiradores, por las camas críticas, por contar cuantos enfermos y muertos nos deja el 2020, es la realidad, no podemos negarla, solo esperamos que el saldo final no sea tan devastador, como lo han sido estos seis meses de confinamiento y desidia, a las que nos llevó el peso de la «realidad»
Martin Farias