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Editorial Ceresciudad: Había un mundo lleno de «banalidades» y la llegada del COVID 19 lo obligó a «resetearse»

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El COVID 19 no tiene tamaño, no tiene el armamento más poderoso del planeta, no tiene fronteras, no conoce sus limites, y es tan diminuto, que nadie puede verlo a simple vista, por eso ninguna nación de las más poderosas del planeta le ha podido disparar ni un solo tiro. Tan temido como una persona con un cuerpo totalmente lleno de bombas para atentar contra las personas, más poderoso que incluso la temida bomba atómica, tal vez menos letal, pero más poderoso y mal afamado.
El COVID 19 descubrió de repente un nuevo mundo, un mundo que deberá aprender a convivir con el hasta que en centenios se logre su erradicación.
Es increible pensar lo que consiguió desde noviembre de 2019 este «virus». No solo les pintó la cara a las grandes naciones del planeta, si no que puso a regla a las personas con dinero para gastar en grandes lujos. Atacó a los de arriba, arranco por la punta de la pirámide. Se comportó distinto a las tradicionales epídemias del ébola, tan temido y peligroso que nació en las pobres aldeas de Africa, o el cólera, una enfermedad ligada exclusivamente a la pobreza extrema.
Superó en respeto, y atemorizo más que su primo el virus de la Gripe Aviar, la Porcina, y las gripes que se conozca.
En tres meses consiguió modificar las costumbres del mundo, y la nuestra, en una pequeña localidad como Ceres.
Desde que apareció pintó otro planeta. Le cambió al mundo su libertinaje, porque lo primero que hizo el CONAVID 19 es quitar la libertad de transitar por donde uno quisiera.
Podriamos catalogarlo tranquilamente un virus, «dictador», y no está lejos esa afirmación. Porque vino para que nos declaren estado de sitio, para que los ejercitos del mundo, y las policias de los pueblos tengan que «imponer rigurosidad» a los desacatados.
Nos hizo quedar en papelón, cuando pensabamos que era problema de «chinos» y cruzó tan rapido las montañas, los mares y oceanos, nos describió que la globalización mundial era más que un articulo periodistico.
Y no midió tamaño, fuerzas armadas, o situación económica, les pegó a todos.
Los hizo retroceder, llorar, cerrar fronteras, y aislarnos.
El aislamiento social en tiempos de mucho libertinaje no es sencillo acatarlo.
Nos es imposible en pueblos como los nuestros, Ceres, y la región asimilar que no podemos tomar mates con nuestros íntimos, o con nuestros vecinos. No podemos juntarnos a comer el asado con los amigos, abrir las puertas de nuestra casa para compartir momentos, risas, y anécdotas. Nos pegó en el lugar que más nos duele al ser humano, el de las relaciones.
Pero cuando esta etapa de cuarentenas mundiales termine, el se quedará entre nosotros para seguir imponiendo reglas de conducta.
Habra una vacuna que lo peleará, es probable que se lo pueda contener, pero estará lejos de exterminarlo.
Es dificil imaginar el mundo que vendrá después de toda esta locura de «suspender» el mundo. La gente dejó de ir y venir, la plata no vale, las millonarias mansiones solo se usan para guardarse adentro sin visitas rimbombantes. Los automóviles tampoco sirven con el COVID activo, porque no pueden viajar, no se pueden «lucir».
Tal vez sea el momento en el que las grandes potencias, tras este terrorifico y apocaliptico momento del planeta, deban invertir más en investigación, en crear herramientas que permitan luchar contra este tipo de enemigos que no tienen un traje de guerra o un chaleco antibalas. Tal vez sea el momento de pensar que hicimos mal en todos estos tiempos, tal vez esto sea un aviso que no estabamos haciendo todo bien. Que los grandes no son tan grandes, y que los más chicos tal vez no deban dejarse de lado. Tal vez la pirámide no deba ser una pirámide y pensemos más en un circulo. El mundo nos ha dado herramientas para apalear esta cuarentena, una de ellas, Internet, que nos permitió al instante saber que pasaba en las recondita isla del pacifico, o bien que pasaba en el minuto a minuto en todo el mundo.Las redes sociales han sido un factor clave para difundir el «aislamiento» la única vacuna que se conoce contra este «enemigo invisible».
Pero ha sido todo malo? Tal vez no. Todos aprendimos a entender, compartir, y hasta discutir en nuestro núcleo familiar cosas que antes no las hablabamos en años. El ir y venir, y los compromisos de cada integrante de las familias en todo el mundo hacia «imposible» dialogar alrededor de una mesa. El COVID 19 consiguió eso.La familia se resguardó en cuatro paredes y aprendió a conocerse.
Y nos mostró una cosa, tal vez la más importante, no sirve el dinero, no sirve ser soberbio, porque la salud es lo primero, es básica, sin ella en óptimas condiciones es imposible disfrutar de nuestras conquistas.
Tal vez ayude a entender que el egoísmo de muchos, a esta altura, quedó en total evidencia.
La solidaridad de muchos y miles, superó esas barreras marcadas por la soberbia y la ignorancia.
Que cosas consiguió un invisible virus en solo tres meses, nos mostró que otra vida es posible, y que la libertad absoluta tiene sus limites.
El mundo se rehará, no caben dudas, volverá a caminar despacito, y las economías globales verán que el rigor del dinero quedó tecleando. Que no está en los colores del billete el poder, que no está en un ejercito el poder, sino que está en un laboratorio con cientificos y elementos que permitan defender la vida de la humanidad de un enemigo imperceptible para los ojos humanos, pero visible en un microscopio.
El mundo se está reseteando, está volviendo a encontrarse, tal vez esa sea una buena reflexión en tiempos de tanta locura, donde un virus encontró al mundo desprevenido, y llegó para acomodar los tantos.

MARTIN FARIAS. –