El plato que se coloca debajo de la maceta para que drene el excedente del riego; la planta que se pone a crecer en agua; el plato de las mascotas; la botella que quedó vacía y destapada en el patio, el piletín de lona que ya no se usa pero tampoco se limpia. Todos esos elementos y muchos, muchos más son potenciales criaderos de Aedes aegypti, el mosquito que transmite el dengue, además de otra numerosa cantidad de enfermedades, entre ellas, zika y chikungunya.
El descacharrado, esa palabra que hasta hace poco parecía reservada a los ámbitos periféricos y rurales, está asociada hoy y desde siempre con la práctica más efectiva para controlar la propagación del vector del dengue. ¿Cómo? ¿En serio puedo tener un criadero de Aedes en mi patio?
El Litoral dialogó con integrantes de la dirección de Salud de la Municipalidad de Santa Fe, que son quienes realizan los bloqueos una vez que se notifica un caso positivo de la enfermedad, para saber qué encuentran en sus visitas domiciliarias y de esa manera comprender cómo se puede incorporar la prevención a la vida cotidiana. Porque, tal como hacíamos durante la pandemia por Covid cuando sabíamos cómo higienizarnos las manos, cómo desinfectar la vivienda y hasta sanitizar los alimentos por temor al contagio, ahora podemos sumar hábitos simples pero constantes para mantener bajo control una enfermedad que llegó para quedarse.
Y así como antes el alcohol en gel o spray era parte de la escena en cualquier reunión, ahora lo es el repelente.
Bloqueo con diálogo
Juan Picatto, subdirector de Promoción de la Salud en territorio; Marilin Miralles, psicóloga social; Antonella Viganó, saneadora ambiental y Dafne Ceccacci, médica, explican algunas de esas pautas en una charla con El Litoral. Fue el miércoles a la siesta, al aire libre y con el debido repelente, después de un operativo de bloqueo en Santa Rosa de Lima y en Parque Garay, y antes de salir para Centenario.
Los bloqueos se realizan a partir de un caso positivo e involucran la manzana del paciente y ocho manzanas alrededor. Eso cuando se hace en forma completa. En ocasiones son parciales y el radio de acción se acota. «La cantidad de confirmaciones, que creció de manera exponencial en las últimas semanas, hace imposible que el despliegue sea total en todos los casos».
Pero la estrategia es siempre la misma: se presentan a los vecinos, consultan si hay personas con síntomas compatibles con dengue (fiebre alta, dolor de cabeza, de cuerpo y detrás de los ojos, entre otros), y se pide autorización para hacer un relevamiento de la vivienda.
«La prioridad es el descacharrado porque elimina los criaderos de mosquitos que transmiten el dengue. Sin criaderos no hay mosquitos; sin mosquitos no hay dengue», repiten.
¿Y por casa?
Se insiste mucho desde hace tiempo y, en particular, este año, con el descacharrado. Sin embargo, «a veces no tenemos el ojo entrenado para ver qué cosas pueden acumular agua», dicen.
Entonces, «el patio puede estar impecable pero hay un plato abajo de la maceta, fuentes con agua pero sin pececitos; bebederos para pájaros que quedan lindos como adorno pero a los que no se renueva el agua ni se limpian, platos para mascotas con el agua limpia y renovada pero los bordes con musgo o babosos».
Entonces, ¿qué hacemos? «Retiramos el plato debajo de la maceta, limpiamos bien los recipientes destinados a hidratar pájaros y mascotas (aún los que se colocan en la vereda para los perros que deambulan por el barrio) y renovamos el agua cada dos o tres días como mínimo».
Esto es así porque la hembra del Aedes aegypti pone los huevos en las paredes de los recipientes con agua que están dentro o fuera de casa. Por eso, «la idea es que estén limpios y, si van a estar en desuso, priorizar que estén bajo techo o boca abajo». O descartarlos si ya no sirven.
Eso si: el agua de esos recipientes se tira en la tierra, no en un desagüe porque allí los huevos de Aedes pueden sobrevivir. Y si frota el plato de la mascota con un papel, hay que tirarlo con la basura orgánica.
Si hay rejillas dentro de casa (en baños y cocinas) se recomienda tirar agua hirviendo cada dos o tres días, sobre todo para rociar las paredes que es donde las mosquitas colocan sus huevos.
Las piletas de lona son todo un capítulo: con el calor en retirada en muchos casos siguen armadas pero en desuso. «Si se mantiene clorada no va a haber criadero de mosquitos; entonces si vamos a mantener la pileta con agua, tiene que estar limpia como en verano. Si no las vamos a mantener, se las cierra, se la seca y se las guarda».
El aire acondicionado, vital durante los meses de verano, pueden aportar otro criadero de mosquitos. ¿Dónde? En el recipiente que se coloca para que desagote. Se recomienda entonces colocar la manguera directamente a tierra o asegurarse de mantener el balde, bidón o lo que se utilice, en óptimas condiciones de higiene.
Todo tiene su razón
¿Por qué se indica tal o cual frecuencia para la limpieza y por qué se presta atención a los objetos que acumulan agua? «El ciclo del Aedes aegypti, desde que la hembra pone el huevo y nace el mosquito demanda entre 5 y 8 días (puede variar). Y, además, tres de las fases de desarrollo ocurren en el agua (huevo, larva y pupa); por eso el descacharrado es tan importante.
Si bien se registran brotes periódicos (cada tres o cuatro años) y el dengue tiene presencia en la provincia desde 2009, este año tuvo la particularidad de que hubo una «explosión de casos» en la ciudad de Santa Fe en la segunda semana de marzo. Eso explica que los bloqueos se realicen con criterios de priorización, por ejemplo, en los lugares donde hay chikungunya (80 casos en toda la provincia), una enfermedad que transmite el mismo vector y era menos frecuente en Santa Fe.
El diálogo con vecinas y vecinos es fundamental, sobre todo para que se comprenda que la prevención tiene que ser constante y las acciones de descacharrado, un hábito de todo el año, también en invierno. «Los huevos de Aedes pueden sobrevivir un año», o sea que pueden permanecer latentes durante los meses más fríos.
«Siempre recomendamos que después de cada lluvia se haga una recorrida por el patio, la terraza, el balcón, para ver si quedaron juguetes o cualquier objeto que pueda acumular agua». Con la llegada del otoño y las precipitaciones, urge hacer una tarea de limpieza en canaletas. ¿Y si la casa no tiene patio? «Seguro que hay alguna planta en agua o algún recipiente que no se renueva. El Aedes aegypti es un mosquito domiciliario, urbano, que se encuentra en las viviendas».
«Para el imaginario social, el riesgo está afuera, es externo: la plaza, la cuneta, otro vecino. Lo que tenemos que empezar a aprender es a mirar dentro de la vivienda», advierten.
Fumigar o no fumigar
La otra creencia es que la fumigación resuelve el dengue. Esta práctica es pedida y reclamada con frecuencia; sin embargo, «no es la solución».
«La fumigación elimina a los mosquitos adultos que se encuentran en el momento y tienen que ser tocados por la microgota del producto que también crea cierta resistencia. Por eso, va a ser necesario un producto de mayor toxicidad cada vez para lograr el mismo efecto».
Por otra parte, «también afecta a otras especies (libélulas, sapos, pájaros) que son controladores naturales del mosquito.
En definitiva «hoy se prioriza la fumigación en zonas donde hay circulación de dengue, pero no es la práctica prioritaria ni es una medida de prevención». Y concluyeron: «La medida de prevención es el descacharrado».
Fuente de la información El Litoral