Todo ocurrió un domingo 15 de noviembre de 1573. Hubo ceremonia ese día, a la vera de lo que hoy es el río San Javier, en Cayastá. Cuentan algunos que Juan de Garay “cortó hierbas, dio mandobles en el aire con su espada y rayó la tierra en señal de dominio, tomando posesión en nombre del rey”.
Había que redactar un documento, un acta que certifique lo que estaba por suceder. Todo quedó plasmado en cuatro folios (hojas) en los cuales se dejó constancia de las autoridades, de los testigos presentes y de las condiciones sobre las cuales se debía organizar la flamante ciudad.
Mario Andino, reconocido historiador de la ciudad advirtió a UNO Santa Fe que su redacción no fue improvisada: «Estaban preestablecidas en una legislación hispana que se fue perfeccionando con el tiempo».
El momento histórico quedó registrado en esa acta, de la cual los santafesinos conservamos lamentablemente muy poco. En el Archivo Histórico de la Provincia apenas sobrevive un fragmento, severamente dañado por el paso del tiempo, casi ilegible, aunque protegido y conservado.
Sin embargo, en otro lugar, se mantienen íntegros los cuatros folios. La particularidad es que no están en la ciudad, tampoco en la provincia, ni siquiera en el país. Es que como como toda documentación importante, en este caso de dominio sobre el territorio, debía resguardarse.
Así fue como se hicieron varios documentos, copias auténticas firmadas por el propio Juan de Garay, una de las cuales regresó a España. Se desconoce el momento preciso en que fueron enviadas pero sí el año en que fue confeccionada: 1583. El documento íntegro, firmado por Juan de Garay, se encuentran en Sevilla.
Sí, el único acta completo de la fundación de Santa Fe se conserva en el Archivo General de Indias de Sevilla; un organismo creado por decisión del rey Carlos III en 1785 con el objetivo de centralizar en un único lugar toda la documentación referente a la administración de los territorios ultramarinos españoles, que hasta ese momento se encontraban dispersos en diversos archivos.
«¿Se podrían repatriar esos documentos?», consultó UNO Santa Fe a un profesional archivista. La respuesta fue inmediata: «Imposible; es documentación patrimonial de ellos».
Sin ánimo de quitarle valor patrimonial, los santafesinos debemos conformarnos apenas con una hoja, la parte final de ese documento que establece quizás el acto más relevante de cualquier ciudad: su fundación.
Desde el archivo histórico señalaron a UNO Santa Fe que «las circunstancias de su hallazgo están reseñadas por Modesto Aníbal Osuna, un paleógrafo, archivero e historiador que desempeñó funciones hasta 1974 como integrante de la planta de personal del Archivo General de la Provincia.
A través de un artículo, publicado en 1973, Osuna describe cómo ocurrió el increíble hallazgo. En ocasión de encontrarse llevando a cabo sus labores habituales (ligadas a la consulta y estudio de los documentos del acervo del Archivo Histórico) se encontró «con una hoja casi perdida por la acción del tiempo y, en grado sumo, por las polillas. Estaba oculta entre dos folios, a su vez, perforados por la tinta, formando un extraño encaje, que bien podemos afirmar que burló por tal motivo la lectura a los que nos precedieron en el afanoso escudriñar en nuestro pretérito”.
Fue ese trabajador, empleado de la provincia, el que a través de un interesante y fundamentado análisis concluyó que el fragmento hallado correspondía a la parte final de la primitiva acta de fundación.
Acta y ceremonia de 1573
«El documento tenía fuerza de dominio, de poder político», le dijo a UNO el historiador Andino. En el acta aparecen dos nombres relevantes. Juan de Garay nombra como principal responsable de la gesta al «adelantado Juan Ortiz de Zárate», quien en ese momento era «gobernador, capitán general y alguacil mayor de todas las provincias del dicho Río de la Plata». Y además, hace entrega de los poderes a un subalterno o encargado, que es Martín Suárez de Toledo»
«Esos son los dos nombres que encabezan el acta» enfatizó Andino. También hay «una invocación a los santos y al rey, quien es el que siempre está detrás de todo. Garay era como un dependiente de otras autoridades pero con la facultad de fundar un puerto».
En ese sentido, el historiador subraya que la fundación «es un acto de ocupación territorial a nombre «de» . Es una cadena de autoridades, en la cima de la cual está el rey; luego el consejo de Indias, virreyes, encargado de virrey interino y fundador»
Otra de las particularidades del acta es que Garay deja por escrito la posibilidad de que si se hallara un mejor lugar, la ciudad se traslade, algo que efectivamente ocurrió 80 años después.
Sobre los actos protocolares que se habrían realizado el día de la fundación de Santa Fe, Andino considera que «pudieron haber existido varios pasos». En ese sentido, el acta apunta: «Mando a los alcaldes y regidores vayan conmigo y en el conmedio de la plaza de esta Ciudad me ayuden a alzar y enarbolar un palo para rollo».
Sobre esa declaración, Andino explicó: «Es un tronco donde Garay desenvaina la espada y desde allí realiza una invocación al rey. Es un acto simbólico, de decir «aquí estoy yo, soy el que manda, tengo el poder y aquí van a ser ejecutados quienes se opongan a mi autoridad». El rollo –continuó Andino– era el símbolo del lugar de las ejecuciones; una vieja costumbre que venía de la antigüedad romana y medieval; la plaza como lugar de las ejecuciones».
Para el profesor Andino, «el documento escrito y el acto simbólico eran parte de una misma cosa; eran los instrumentos de ejercer el poder». Los actos debían ser con presencia, la congregación, la reunión, era muy importante porque era la fuerza de los presentes», resaltó.
Archivo General de Indias de Sevilla
El archivo de Sevilla conserva unos 43 mil legajos y ocho mil mapas y dibujos que proceden, fundamentalmente, de los organismos encargados de la administración de los territorios de ultramar.
En su página web, el Archivo General de Indias, deja en claro su finalidad: la conservación de la documentación; mediante su organización y descripción, favorecer su difusión para todos los ciudadanos.