Las lluvias que por segunda semana consecutiva cayeron en el centro y norte de la provincia de Santa Fe hicieron que los productores refieran a una “nueva realidad agrícola”, ya que revirtieron las difíciles situaciones que provocaban la combinación de altas temperaturas y sequía, informaron hoy fuentes del sector.
El informe semanal que confeccionan la Bolsa de Comercio de Santa Fe y el Ministerio de la Producción provincial indica que “se revirtieron las difíciles situaciones imperantes y se generaron nuevas, con buenas expectativas por las futuras reacciones y respuestas de los cultivares al nuevo panorama”.
“Con el transcurso de los días los sembradíos cambiaron sus aspectos, según los estados fenológicos, pero en general tuvieron una muy buena reacción, evolucionaron rápida y favorablemente, percibiéndose el cambio de coloración del follaje y la buena turgencia o desarrollo de las plantas”, añade el trabajo.
Las lluvias, que oscilaron entre los 20 y los 135 milímetros de acuerdo con la zona, favorecieron especialmente a los cultivares de soja de primera y de segunda.
En el caso de la soja de primera, reaccionó favorablemente a las sucesivas lluvias, los elevados porcentajes de humedad y la alternancia con días soleados.
De todas formas, en un 10% del área implantada la sequía y las altas temperaturas de los primeros 16 días del año “dejó indicadores muy marcados, tales como limitaciones en el crecimiento de las plantas, marchitamiento de las hojas basales y, en lotes puntuales, la pérdida de ejemplares por mortandad”.
En cuanto a la soja tardía, “reaccionó favorablemente ante el cambio de las condiciones climáticas, con buen crecimiento o desarrollo de las estructuras de las plantas y también variaciones en la coloración de las hojas”.
En lo referente al girasol, el proceso de recolección en estadios fenológicos más avanzados, estuvo condicionado por las precipitaciones y los elevados porcentajes de humedad ambiente, por lo que se lentificó el ritmo y fue muy bajo su avance.
Los rendimientos promedio se mantuvieron entre valores mínimos de entre 12 a 14 quintales por hectárea y máximos de entre 30 y 32 quintales, con lotes puntuales de hasta 34.
Esos rindes fueron calificados por los productores como “buenos a muy buenos”, pero sigue inquietando la numerosa presencia de palomas y cotorras, que afectaron y afectarían los capítulos florares, y que es una realidad constante en cada campaña.
En cuanto al maíz de primera, “mostró el impacto del clima, en especial en las etapas finales de su desarrollo”, por lo que fue muy baja y heterogénea su reacción a las lluvias.
Esta semana continuó con lentitud el proceso de cosecha del cereal con destino comercial, con rendimientos que oscilaron en mínimos de 40 y máximos de 60 quintales por hectárea, en tanto “la sanidad de los sembradíos se encontró muy bien, sin presencia de insectos ni enfermedades”.